En esos momentos estaba por llegar a la Cámara de Senadores el canciller cubano Felipe Pérez Roque. Ya en el salón de sesiones, el presidente Gustavo Madero dialogaba con Manlio Fabio Beltrones y con Carlos Navarrete. También habló con Francisco Labastida. Decidieron que sería hasta el jueves cuando los dictámenes fuesen recibidos por el pleno, y que entonces se dispensarán los trámites, se pasará a la segunda lectura, se debatirá y aprobarán las iniciativas.
Una jornada de intensa operación política.
Graco Ramírez comentaba que no había ya razón para movilizaciones, protestas o bloqueos, agregaba que, sin embargo, también del otro lado, de los radicales de la derecha, había quienes no estaban conformes y hablaban de “una reformita”.
Pasaron la horas. Continuaba la sesión, concluyó la visita del ministro de relaciones exteriores cubano. Como parte de las estrategias, el comité asesor del Frente Amplio Progresista para la reforma de Pemex dio a conocer en el patio del Senado una declaración en la que señaló que después del complejo proceso de negociación, está conjurado el peligro privatizador, y que el resultado del trabajo de dictaminación “puede respaldarse plenamente”.
Lo demás, fue lo de menos, por el día de ayer. El presidente del Senado y los coordinadores de las fracciones ofrecieron conferencia de prensa, anunciaron que el jueves próximo será el día. Y ahí quedaba esa frase: “... pero Andrés Manuel no quiere”.
Fidel Samaniego, El Universal, 22 de octubre.
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