BUENOS AIRES.— Colombia y Estados Unidos podrán actuar conjuntamente contra un blanco común, las FARC, en virtud del acuerdo de cooperación militar y lucha contra el narcotráfico por el cual las Fuerzas Armadas estadounidenses podrán operar en por lo menos siete bases ubicadas en territorio colombiano.
Así lo aseguró ayer, en declaraciones al matutino El Tiempo, el embajador estadounidense en Colombia, William Brownfield, quien además aclaró que en el caso de tener que realizar operaciones en la frontera con Venezuela o con otros países se “deberá contar con la autorización expresa” de los gobiernos.
“Les puedo garantizar que cualquier actividad nuestra, bajo este acuerdo bilateral, no va a acercarse a las fronteras sin la autorización específica de todos los gobiernos involucrados”, explicó el embajador.
El controvertido acuerdo, que sigue causando resquemores en buena parte de los gobiernos de la región, “ya está finalizado”, ratificó Brownfield, y ahora se encuentra en etapa de revisión.
“Aceptamos la realidad histórica. El hecho establecido durante los últimos 10 a 20 años es que una de las organizaciones, si no es que la organización más importantes en el tráfico de droga ilícita en este momento, se llama FARC”, aseguró el diplomático, quien aclaró que “si me preguntan si el acuerdo va a incorporar en el futuro a las FARC en sus zonas de blanco, la respuesta es sí, sin ninguna duda”.
Brownfield aseguró que el gobierno de su país respeta las opiniones de los gobiernos latinoamericanos que han criticado con mayor o menor dureza el acuerdo, aunque recordó que es “un tratado bilateral que no involucra a terceros países”.
En forma más directa, el martes en Washington la secretaria de Estado, Hillary Clinton, aseguró que el tratado “no incumbe” a terceros países, durante una reunión con su par colombiano, Jaime Bermúdez.
Según Brownfield “no tuvimos la menor intención de provocar cualquier cuestión de nervios o preocupaciones en la región. Lo que hemos hecho, como dijo claramente el presidente Barack Obama a los medios de comunicación hace semana y media, es actualizar unos acuerdos que hemos tenido con Colombia desde 1952”.
Sin embargo, Brasil, uno de los países que más preocupación manifestó ante el acuerdo, evidenció ayer de nueva cuenta sus reservas ante el futuro accionar de militares estadounidense cerca de su frontera. El nuevo jefe del comando militar de la Amazonia, general Luiz Carlos Gómez Mattos, dijo que “cualquier cosa que ocurra en las proximidades de nuestra frontera es motivo de preocupación”.
Las palabras del general Mattos son el resultado del “malestar” que existe en el cuerpo castrense del Brasil, según el diario Folha de Sao Paulo, por la futura presencia militar estadounidense en un área, la Amazónica, que históricamente los militares brasileños consideran de su influencia.
A su vez, Venezuela descartó renovar un convenio de suministro de combustible a Colombia a precios preferenciales, que expiró esta semana, en protesta por el acuerdo para que los estadounidenses utilicen las bases militares colombianas.
Así lo aseguró ayer, en declaraciones al matutino El Tiempo, el embajador estadounidense en Colombia, William Brownfield, quien además aclaró que en el caso de tener que realizar operaciones en la frontera con Venezuela o con otros países se “deberá contar con la autorización expresa” de los gobiernos.
“Les puedo garantizar que cualquier actividad nuestra, bajo este acuerdo bilateral, no va a acercarse a las fronteras sin la autorización específica de todos los gobiernos involucrados”, explicó el embajador.
El controvertido acuerdo, que sigue causando resquemores en buena parte de los gobiernos de la región, “ya está finalizado”, ratificó Brownfield, y ahora se encuentra en etapa de revisión.
“Aceptamos la realidad histórica. El hecho establecido durante los últimos 10 a 20 años es que una de las organizaciones, si no es que la organización más importantes en el tráfico de droga ilícita en este momento, se llama FARC”, aseguró el diplomático, quien aclaró que “si me preguntan si el acuerdo va a incorporar en el futuro a las FARC en sus zonas de blanco, la respuesta es sí, sin ninguna duda”.
Brownfield aseguró que el gobierno de su país respeta las opiniones de los gobiernos latinoamericanos que han criticado con mayor o menor dureza el acuerdo, aunque recordó que es “un tratado bilateral que no involucra a terceros países”.
En forma más directa, el martes en Washington la secretaria de Estado, Hillary Clinton, aseguró que el tratado “no incumbe” a terceros países, durante una reunión con su par colombiano, Jaime Bermúdez.
Según Brownfield “no tuvimos la menor intención de provocar cualquier cuestión de nervios o preocupaciones en la región. Lo que hemos hecho, como dijo claramente el presidente Barack Obama a los medios de comunicación hace semana y media, es actualizar unos acuerdos que hemos tenido con Colombia desde 1952”.
Sin embargo, Brasil, uno de los países que más preocupación manifestó ante el acuerdo, evidenció ayer de nueva cuenta sus reservas ante el futuro accionar de militares estadounidense cerca de su frontera. El nuevo jefe del comando militar de la Amazonia, general Luiz Carlos Gómez Mattos, dijo que “cualquier cosa que ocurra en las proximidades de nuestra frontera es motivo de preocupación”.
Las palabras del general Mattos son el resultado del “malestar” que existe en el cuerpo castrense del Brasil, según el diario Folha de Sao Paulo, por la futura presencia militar estadounidense en un área, la Amazónica, que históricamente los militares brasileños consideran de su influencia.
A su vez, Venezuela descartó renovar un convenio de suministro de combustible a Colombia a precios preferenciales, que expiró esta semana, en protesta por el acuerdo para que los estadounidenses utilicen las bases militares colombianas.
José Vales corresponsal, El Universal, 20 de agosto.
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