“Nadie me hace caso”

Para José de Jesús Esparza, mexicano-estadunidense cuya familia fue secuestrada en Durango, queda claro que Cuencamé está muy lejos de Washington, lo mismo que Texas de la Ciudad de México. La Cumbre de Líderes de América del Norte ha sido una excelente oportunidad para confirmarlo.

“Unos me rechazan porque soy mexicano y otros porque soy estadunidense. Estoy entre la espada y la pared”, deplora este ingeniero de US Airways y colaborador de la Fuerza Aérea de EU. Y es que, como ya se sabe, 50 por ciento de su familia fue secuestrada en abril pasado.

No hay datos a la fecha sobre su paradero y su caso ya se cayó entre las grietas. En Washington lo mandaron a Monterrey, de ahí a la Ciudad de México. En el DF, a la congeladora.

“Nadie me hace caso, ni en México ni en Estados Unidos”, lamenta Esparza, que tiene a cuatro familiares secuestrados, todos de Cuencamé, Durango, cerca de donde supuestamente vive El Chapo Guzmán.

Hoy está en Guadalajara, a la caza de los presidentes Barack Obama y Felipe Calderón, a quienes quiere entregar una carta para pedir ayuda en la liberación de tres hermanos y un primo, levantados a principios de abril, desaparecidos de golpe como otras 40 familias que en el municipio han sido víctimas de las redes del secuestro en el estado.

Esparza, residente de Texas pero nacido en Durango, admite vivir una situación surreal: atrapado entre México y EU por su nacionalidad dual, ha acudido a lo largo de tres meses a las autoridades de ambos países en busca de ayuda, pero por ahora—dice— ningún gobierno le ha entrado al tema.

La búsqueda de una solución al secuestro, admite, ha contado con poca suerte. “No soy un señor Martí, pero pido que me ayuden”, insiste en entrevista con MILENIO.

¿Quién debe ayudarle? ¿El FBI o la PGR? ¿La embajada de Estados Unidos en México o la Presidencia de la República? La pregunta sigue en el aire, porque ha sido larga la lista de políticos e instituciones a los que ha acudido en ambos lados del río Bravo a solicitar ayuda.

Desde que en abril se le comunicó del secuestro de su familia, la suya ha sido una larga carrera de trámites burocráticos que han incluido escalas en Dallas, Washington, Monterrey, Ciudad de México, la Casa Blanca, Los Pinos, el Departamento de Estado, la Secretaría de Seguridad Pública, la Procuraduría General de la República, la SIEDO, el FBI, la embajada y un consulado de Estados Unidos, el Capitolio y hasta la Cámara de Diputados.

“Y nada. No ha habido nada. Me han prometido que se está investigando mi caso, pero mi familia sigue secuestrada”, sostiene Esparza, quien migró en los 80 como indocumentado a Estados Unidos y después se nacionalizó estadunidense gracias a la amnistía promulgada por el entonces presidente Ronald Reagan. Parte de su familia quedó en México y ahora ellos, los que se quedaron, están desaparecidos, levantados todos en un lapso de 10 días.

“Sé que están vivos y detenidos contra su voluntad”, afirma Esparza al referirse al destino de sus hermanos y primo. Sostiene que no han sido ejecutados.

Financiado por una organización no gubernamental, Esparza hizo el viaje de San Antonio, Texas, a Guadalajara, como un último esfuerzo por acelerar la resolución de su caso. En su bolsillo trae una carta con la que quiere dar a conocer, de forma directa, su caso a ambos mandatarios.

“Mr. President I need your help for a full investigation of everyone involved, from the police to the gang that kidnapped my familiy”, dice la carta a Obama. Traducción de la carta a Calderón: “Señor presidente, necesito su ayuda y una investigación completa, desde la policía a la banda que secuestró a mi familia”.

Está en un sobre manchado por el sudor.

•••

Es de día y Esparza trata de entregar la carta dirigida a Obama y Calderón, petición que le es rechazada por elementos del Estado Mayor Presidencial que no le permiten acercarse al Hospicio Cabañas, donde ayer y hoy se reunieron los mandatarios.

“No me dejaron ni acercarme”, lamenta. “Traté de acercarme al Hospicio Cabañas, al centro, (pero) ni al hotel pude llegar. Cerraron todas las calles”, añade.

—¿El viaje fue un fracaso?

No lo sé. Todo depende de los medios, de si pueden hacer llegar mi caso a los presidentes. Lo cierto es que no hubo suerte. Por la noche, Esparza aborda un avión que le llevará de vuelta a San Antonio.

La carta sigue en su bolsillo.
Víctor Hugo Michel en Guadalajara, Milenio, 10 de agosto.

0 Responses to "“Nadie me hace caso”"