En el salón de plenos quedaban los barruntos de lo que no fue. Concluida la sesión ordinaria, tras seis horas y media tensas, instalada la Mesa Directiva y su presidente, César Duarte Jáquez, a pie de tribuna, los siete dictámenes de la reforma energética habían remontado la última aduana. Timbra, entonces, el celular de Emilio Gamboa y atiende.
Del otro lado de la línea: "Emilio —cita la voz del presidente Felipe Calderón—", y pide al coordinador de los diputados federales del PRI, de manera especial felicitar a la bancada del PRI "por la forma tan nacionalista y comprometida con la que actuaron por México".
El resultado de la aprobación de la reforma energética —dice el mandatario, palabras más, palabras menos— en la Cámara de Diputados no es un triunfo del Ejecutivo, sino por México, y acota que, sin duda alguna, de las de los últimos 30 años ésta, la LX Legislatura, ha sido la más productiva.
Luego, de frente llega César Duarte Jáquez y refiere a Gamboa: "¡Cumplimos!" Abrazos y sonrisas. A las cinco y media de la tarde, menos de una veintena de diputados del FAP, sobresaliente entre ellos la convergente Layda Sansores, arreglan sus cosas, doblan la manta enorme y abandonan la tribuna.
¡Ah, los lopistas! Poco antes de las once de la mañana habían tomado por asalto la tribuna, incumpliendo la oferta de López Obrador de no incurrir en ese procedimiento. Los reconocimientos a Duarte Jáquez, por la apertura del Palacio Legislativo al tabasqueño, se quedaban en la palabrería.
La senadora perredista Yeidckol Polevnsky, conmovida y a punto de la lágrima, agradecía a Duarte Jáquez, y le secundaba el senador convergente Dante Delgado Rannauro. Pero…
—Van a tomar la tribuna, confiésalo —le digo al diputado Alejandro Sánchez Camacho.
—Lo estamos evaluando; siempre lo evaluamos —responde y sonríe con la aceptación tácita de lo que, luego, con cerca de cuarenta frentistas comete en la tribuna.
Y en el salón de plenos gritan las consignas de siempre los mismos de siempre y, entonces, un diputado amaga: "Ya, hay que bajarlos a madrazos". Una diputada oaxaqueña secunda el hartazgo y, exasperada, devuelve a un panista: "¡Ya cállate, no ayudas en nada, a cada rato gritas pendejadas!".
Y Ruth Zavaleta resume lo ocurrido. "Se abrieron las puertas a López Obrador para que expusiera sus inconformidades, él estuvo de acuerdo en que los diputados lo discutieran en la plenaria, pero los diputados (del PRD) no permitieron ni siquiera instalar la plenaria".
Pero, en el cierre, César Duarte Jáquez respira tranquilo. Superó la prueba de la tribuna tomada. El pleno sesionó en el salón de plenos y no en el Centro Banamex, previsto sede alterna a extramuros de San Lázaro. "Me congratula que hayamos concluido en los mejores términos", resume Duarte Jáquez. ¿Dónde está el legítimo?
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