En el auditorio del instituto escucharon su discurso magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación –encabezados por su presidenta, María del Carmen Alanís–, ex consejeros electorales –con demasiadas ausencias– y consejeros actuales –igual con inasistencias, algunas derivadas de motivaciones coyunturales por la salida del ex director de Partidos Políticos y Prerrogativas, Fernando Agiss–, así como decenas de funcionarios del organismo,
Todos ellos escucharon decir a Valdés que el IFE “se convierte en un árbitro que no es ni será omiso ante las controversias que se susciten por la difusión de promocionales político-electorales que se encuentren fuera de la ley”.
Por su parte, el consejero Francisco Javier Guerrero aseveró que la democracia no se gana de una vez y para siempre, se construye diariamente y sus enemigos son la inseguridad, la pobreza, la corrupción, el terrorismo, el desempleo y la precariedad.
Casi una decena de oradores exaltaron las funciones del IFE, sus retos, desafíos y coyunturas. Así lo dejaría ver el consejero Arturo Sánchez: “en el IFE nunca se toman decisiones en las mejores condiciones; ni los nombramientos ni los cambios están en el mejor de los momentos posibles. Así es la vida en el instituto”, dijo al aludir a los cambios recientes.
Discursos con evocaciones nostálgicas, con afirmaciones sobre el deber ser del instituto y sobre el futuro del mismo. “Formamos una institución respetable –dijo la consejera Macarita Elizondo– a la que las vicisitudes no la arredran; por el contrario, le sirven de acicate para autocorregirse y perfeccionarse”.
En este contexto, Valdés fue entrevistado e ineludiblemente salió a relucir la versión de su antecesor, Luis Carlos Ugalde, sobre las presiones de diversos actores políticos en los comicios de 2006. “Siempre he sido respetuoso de esas opiniones”, evadió.
–¿Usted no se dejará presionar?
–Creo que en mi talante no está esa posibilidad; insisto, quizá mi mejor aliado es la larga experiencia que he obtenido ocupando responsabilidades y en ninguna de mis decisiones ha tenido ningún peso la opinión de ninguno de los actores políticos –concluyó.
Quien no fue muy cauteloso con Ugalde es Ignacio Ruelas, el todavía director ejecutivo del Servicio Profesional Electoral y quien fungió como vocal ejecutivo del Distrito Federal en 2006. Sin mucha diplomacia desestimó las versiones de Ugalde sobre las presiones:
“Es altamente lamentable que quien presidió el IFE ahora en un tono posmoderno saque un libro. La ética profesional es asumir las responsabilidades cuando se tienen; la historia lo juzga, el pueblo, la academia. El libro es una falta de respeto al instituto, a la República y la democracia, porque para hacer autoridad en México hay que tener muchas hormonas y muchas neuronas, porque el poder público se ejerce con responsabilidad”.
Ugalde, junto con Woldenberg, fueron los grandes ausentes de la celebración, aunque también muchos consejeros y ex altos funcionarios de la institución no asistieron al festejo
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