La refriega en los pasillos del caballito

¿A poco si vas a entrar?”, encara la diputada perredista Valentina Batres al senador Pablo Gómez, cuando se dispone a ingresar a la sala de trabajos del PRI en el quinto piso de la Torre del Caballito, donde está por votarse la reforma a Pemex.

—¡Claro que voy a entrar¡, ¡si son nuestras propuestas! —replica Gómez y sigue adelante.

La diferencia entre perredistas incuba la refriega a la que priistas y panistas son ajenos porque logran ingresar antes.

La diputada se queda furiosa en el pasillo. Al frente, una valla de policías de la Federal Preventiva bloquea el paso a todo el que no sea senador , por lo que el fuero de los diputados no vale en ese búnker.

Por el elevador, Yeidckol Polevnsky quiere franquear ese muro humano, pero la policía se cierra con sus escudos por delante. Empiezan los jaloneos, hay gritos.

Se abre el paso para la senadora y es cuando la decena de diputados pejistas logra colarse hacia el pasillo en medio de empujones, codazos y golpes.

Layda Sansores, El Buki Víctor Varela —a quien se recuerda por haberse dormido sobre la tribuna de San Lázaro cuando quiso impedir que Felipe Calderón tomara posesión—, Gerardo Villanueva y Adrián Pedroza, entre otros, corren por el pasillo, gritan que son diputados y van a una sesión pública.

Pero no alcanzan a avanzar los 10 metros en el estrecho pasillo, cuando una veintena de policías de la PFP vestidos de civil les cierra el paso y viene la primera refriega.

Son decenas de policías contra ellos. Villanueva los enfrenta. Todo es confusión y gritos. La diputada Aleida Alavez abre como puede la puerta del salón de sesiones, donde sí pudo ingresar minutos antes, tropieza y cae. En la caída intenta detenerse de la corbata del secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, quien con un manazo evita ser jalado por la legisladora y ésta cae al piso.

Para reforzar el operativo, otro piquete de federales llega con sus escudos acrílicos y empuja con fuerza, como si fuera un bloque humano. Se arma la trifulca para desalojar a los manifestantes.

En la puerta el personal operativo del Senado aprovecha para meter a a la plenaria a las senadoras Yeidkcol y Rosario Ibarra.

Villanueva recibe un golpe en la cara con uno de los escudos acrílicos y trastabilla; junto con Alavez, es rescatado, el rostro sangrando y a punto de desmayarse.

La veintena de brigadistas que lograron colarse con los legisladores ayudan al diputado a salir y lo cargan hacia la enfermería de la Torre del Caballito.

En el encontronazo, los policías ganan espacio y repliegan lejos de la puerta de la sala de sesiones a los manifestantes.

Alavez se sienta en el piso y palidece. Se agarra la cabeza con las dos manos y mechones de cabellos caen al piso, resultado de los jaloneos de los policías, dice ella.

Pero la PFP logra su cometido de impedir que la manifestación frene la aprobación de la reforma. Ya vendrá la votación en San Lázaro. Antes de irse del Caballito, Villanueva advierte que allá continuarán.

La resistencia pacífica derivó en violencia. Y por primera vez en su historia, por lo menos desde su restablecimiento hace dos siglos, la policía ha ingresado al Senado.
Angélica Mercado y Nayeli González, Milenio, 24 de octubre.

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