Los mandó al diablo y lo tratan mejor que a Calderón

Dos años después de inscribir su arenga “¡Al diablo las instituciones!” en la memoria colectiva, Andrés Manuel López Obrador se reencontró ayer con uno de los poderes públicos y, en un monólogo de 45 minutos, expuso ante la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados sus argumentos contra la reforma energética.

El ex jefe de gobierno fue recibido en San Lázaro por medio centenar de simpatizantes al grito de “¡Pre-si-den-te!, ¡Pre-si-den-te!”.

Una recepción que ni siquiera Felipe Calderón ha tenido en el recinto parlamentario.

El tabasqueño llegó con chamarra sport, pero antes de ingresar al Salón Protocolo de la Cámara de Diputados pasó al sanitario y dejó el vestuario de manifestante para cambiarlo por un traje oscuro y corbata bien anudada para la ocasión.

Quince legisladores leales a su causa habían salido hasta la reja perimetral de la Cámara de Diputados para darle la bienvenida.

Pero ninguno de ellos había previsto un ligero retraso del tabasqueño, que seis minutos después de la cita ingresó a toda velocidad, a bordo de su camioneta, al helipuerto del Palacio Legislativo.

A duras penas, los diputados perredistas Valentina Batres, Mónica Fernández, Claudia Cruz, Maricela Contreras, Alejandro Sánchez, Gerardo Villanueva, Emilio Ulloa y José Alfonso Suárez, entre otros, recorrieron los 50 metros que los separaban de la foto con su líder.

Un tanto más rezagados, los sexagenarios José Jacques y Antonio Almazán alcanzarían después al tumulto.

Para entonces, los coordinadores parlamentarios del PRD, Javier González Garza; de Convergencia, Alejandro Chanona, y del PT, Ricardo Cantú, daban ya la recepción formal a López Obrador y a la comisión ciudadana de diez integrantes que lo escoltaba.

Entre empujones y manotazos, el personal de resguardo del órgano legislativo allanó el paso al tabasqueño.

Una vez dentro del Salón Protocolo, López Obrador fue directo a su lugar y saludó exclusivamente al diputado presidente, César Horacio Duarte, quien, sin preámbulos, dio un mensaje de bienvenida y cedió la palabra al líder del Movimiento Nacional en Defensa del Petróleo.

La intervención del tabasqueño se centró 30 minutos en aspectos distintos al de la reforma energética.

Los coordinadores frentistas Javier González Garza, Alejandro Chanona y Ricardo Cantú, así como César Duarte se mantenían serios al lado de López Obrador.

Solamente la perredista Ruth Zavaleta y el ecologista Manuel Portilla rompían el protocolo, con algún intercambio de comentarios y una risa, a punto de estallar en carcajada.

La sonrisa de ambos quedó congelada cuando Andrés Manuel exigió la reducción de sueldos a los altos funcionarios del Ejecutivo federal y… a los diputados federales.

López Obrador se despidió con un llamado a los legisladores para aprovechar “la oportunidad histórica de actuar con lealtad al pueblo y con patriotismo”, pero también con la amenaza de volver a San Lázaro antes del 15 de noviembre, durante la discusión del Presupuesto de Egresos 2009.
Daniel Venegas y Fernando Damián, Milenio, 29 de octubre.

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