“No podríamos tener un mejor amigo”

Semana romántica para Tlatelolco: dos países cruciales para el destino nacional aseguran haber olvidado sus diferencias con México e insisten en ver hacia delante con palabras que rayan en la miel y hasta el amor declarado.

De alguna manera, en menos de 48 horas, la Secretaría de Relaciones Exteriores ha jugado a los dos amores, a darse a querer, a malabarear los novios de la izquierda y la derecha, los comunistas y los capitalistas, los que viven en el malecón de La Habana y en la avenida Pennsylvania de Washington. Mejor aún: a la cancillería ninguna infidelidad le fue reprochada.


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El cachondeo, como se recuerda, tuvo primero sabor caribeño y vino a ritmo del canciller cubano, Felipe Pérez Roque. “Tenemos un enorme aprecio por México”, dijo en la Alameda, a principios de una semana que al final pareciera como pocas para la cancillería.

Dos días después, en Puerto Vallarta, el ligue a México proviene del otro extremo, de los yanquis, de la secretaria de Estado de Estados Unidos, Condoleezza Rice, en Jalisco para la que es, para todo fin práctico, su visita de despedida.

Aunque por lo general en nada se entienden, los aires de romance hacen que la estadunidense se una al cubano en una cosa: en cuanto a México, hay que dejar en el pasado lo pasado.

“México es un país extraordinario y ha hecho saltos extraordinarios en estos años”, afirma Rice, quien tiene los días contados en la Secretaría de Estado y quien revive la frase que en el sexenio anterior terminó por caer en desuso ante las diferencias mutuas: “No podríamos tener un mejor amigo que México”.

Es la misma canciller de hierro, pero hoy se ablanda. La misma que en el pasado fue una de las voces más duras con respecto a la forma en la que el gobierno de Vicente Fox decidió dar la espalda al gobierno de George W. Bush en su aventura en Oriente Medio. No habla hoy de la decepción, del corazón roto que causó ese desencuentro en Naciones Unidas.

Por el contrario. Sonríe cuando se le pregunta con qué sabor se va después de ocho años de haber atendido al vecino del sur, primero como consejera de Seguridad Nacional, después como secretaria de Estado. Sonríe e insiste: “México es nuestro mejor amigo”.


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Es el adiós. Porque Rice se va. No volverá a México como secretaria de Estado jamás. Pasarán años antes de que se le vea al sur de la frontera, eso es seguro. Quizá por eso se despide con un guiño, un último cebollazo.

“Cuando veo atrás, veo un país que ha tenido elecciones exitosas en las que ha habido cambios de partido en el poder exitosos. Un país que está haciendo gran progreso en solidificar y consolidar su democracia”, sostiene la diplomática estadunidense.

A México le califica como una “potencia diplomática” en Latinoamérica que tendrá peso mundial en su retorno al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

La que muy probablemente será una de las últimas declaraciones de Rice sobre asuntos mexicanos sintetiza el romance: de la semana “No hay ninguna relación de la que esté más orgullosa que de la que tenemos con México”.
Víctor Hugo Michel, Milenio, 24 de octubre.

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