Al que no le preocupó mucho ser balconeado es a Marcelo Ebrard. Pese a que se documentó cómo su asesora Jéssica Miranda se pirateó las playas artificiales y las pistas de hielo de un gobierno chileno, el jefe capitalino dijo que no tiene referencia de ello. En Santiago, Chile, el político de derecha Joaquín Lavín recurrió a esa estrategia entre el año 2000 y 2004. Sus argumentos eran los mismos que esgrime Ebrard para defender su proyecto: que los que menos tienen difícilmente podrían gozar las mieles de la clase pudiente y por ello mejor traen la diversión a la ciudad. Lavín contendió dos veces por la Presidencia de su país y —aun con playas y pistas— perdió en ambas ocasiones
“Binoculares”, El Gráfico, 20 de noviembre.
En un recorrido de supervisión de trabajos en el Zócalo capitalino, donde se instalará una de las (tres) pistas de patinaje sobre hielo, el jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard Casaubon, fue enfático:
"Para todas esas familias que se quedan en la ciudad de México estamos organizando esto (las pistas), es darles una oportunidad, como si estuvieran en Nueva York o en París", comentó el mandatario local.
Ajá, como en París o Nueva York..., mientras no sea París (con sus huelgas), y Nueva York (con Giuliani)...
Eva Makívar, “La creme de la creme”, El Financiero, 21 de noviembre.
Marcelo Ebrard ya está con los patines puestos. Comenzó la construcción de la megapista de hielo sobre la plaza de la Constitución, que estará lista el primer día de diciembre. Desde aquí una sugerencia: ¿por qué no usar las campanas de la Catedral como chicharra para avisar que el tiempo de uso terminó? ¿Invitarán al cardenal a bendecirla? ¿No se patinará Ebrard? ¿O su esposa?
Katia D’Artigues, “Campos Elíseos”, El Universal, 21 de noviembre.
Desde ayer el área que ocupará la pista de hielo en el Zócalo está totalmente cerrada y hasta custodiada por elementos de seguridad privada. Aunque el espacio permaneció abierto durante dos días para la visita que realizó el jefe de gobierno, Marcelo Ebrard, actualmente nadie que no tenga algo que ver con la edificación de la atracción puede pasar el cerco de seguridad. Es tal la discreción que buscan las autoridades capitalinas, que ni los técnicos que laboran en el lugar pueden hablar con alguien
“Binoculares”, El Gráfico, 22 de noviembre.
Y nos dicen que Marcelo Ebrard sigue con los preparativos para que mil doscientas personas en forma simultánea puedan patinar en la pista de hielo que el Gobierno del Distrito Federal instala en el Zócalo capitalino, pero nadie sabe quién comprará una cantidad superior a los mil doscientos botines para que puedan deslizarse en la pista, que es el sueño del gobernador del Distrito Federal.
Aparentemente el uso de la pista no tendrá costo alguno, pero nos aseguran que cada par de botines vale cerca de 150 dólares. Tampoco se sabe si habrá instructores para evitar caídas que puedan resultar peligrosas para los jóvenes y adultos que asistan.
Ubaldo Díaz, “Escenario Político”, Crónica, 23 de noviembre.
Donde están igual o peor que en el Instituto Nacional de Antropología e Historia es en el Instituto de Administración y Avalúos de Bienes Nacionales. Resulta que desde esta oficina se otorgan los permisos para intervenir plazas como la del Zócalo capitalino. Pues resulta que en tres días no se ha logrado encontrar al director de Comunicación Social, Hiram Álvarez, para preguntarle si el GDF tiene permisos para colocar una pista de hielo. Según explica su secretaria, como no es el único puesto que tiene Hiram Álvarez, generalmente no atiende estas responsabilidades
“Binoculares”, El Gráfico, 23 de noviembre.
Es posible que el jefe de Gobierno del DF, Marcelo Ebrard, haya recibido las cartas equivocadas, pues en las demandas más sentidas de la población capitalina se encuentra tener seguridad, empleo, infraestructura, transporte, agua, pero en ninguna parte aparecen las pistas de patinaje.
Parece que Ebrard aprendió bien sus lecciones de mercadotecnia por correspondencia al apelar a elementos aspiracionales y decir que con las pistas de patinaje Chilangolandia va a estar mejor que las grandes capitales del mundo.
Como se publicó aquí en Crónica, los cinco millones de pesos que se destinarán a la construcción de las pistas de hielo, bien podrían destinarse a mejorar la infraestructura hidráulica y urbana de la ciudad o brindar cursos de capacitación a los servidores públicos.
Lo cierto es que el carnal Marcelo hace todo lo posible para tener contentos a los ciudadanos, si fuera alcalde de Reykiavik.
César Castruita, “Los pasos de los pesos”, Crónica, 24 de noviembre.
La pista de hielo que el gobierno capitalino colocó en la Plaza de la Constitución. Costó 5 millones de pesos y comenzará a funcionar el 1 de diciembre próximo. Las autoridades quieren que los capitalinos se sientan como en Nueva York o París.
Katia D’Artigues, “Campos Elíseos”, El Universal, 25 de noviembre.
...Y EL ZÓCALO se está congelando.
CON VARIOS días de anticipación para lo que estaba originalmente planeado, la pista de patinaje que se instala en la Plaza de la Constitución comenzó a tomar forma con un gel que se convertirá en la primera capa de hielo.
PESE A QUE originalmente la pista se abriría el 7 de diciembre, el jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard, ordenó redoblar el paso para abrirla el 1o. de diciembre.
Y NO ES POR intrigar pero no faltan los malpensados que dicen que el apuro se debe a que alguien quiere robarle cámara al primer aniversario de la toma de posesión de Felipe Calderón.
Fray Bartolomé, “Templo Mayor”, Reforma, 25 de noviembre.
Gobierno del DF. Poco qué agregar de Marcelo Ebrard y compañía: gobiernan para complacer a AMLO y llegar a 2012, ofreciendo ridículas pistas de hielo en lugar de legalidad y justicia. Gobierno inútil con el que no contamos para avanzar en la democracia
Martín Moreno, “Archivos del poder”, Excélsior, 27 de noviembre.
¿Acaso no es un avance democrático la pista de hielo de Marcelo Ebrard en el Zócalo? Inaugurará un nuevo estilo de marchas y manifestaciones. ¿Se imaginan a Fernández Noroña deslizándose sobre el hielo pancarta en mano? ¿Por qué Marcelo no completa la obra y emite un bando municipal en el sentido de que las marchas deben ser sobre patines?
Carlos Fernández Vega, “México SA”, La Jornada, 27 de noviembre.
La verdad, la verdad: ¿ustedes creen que deveras Feli tenga algo que festejar en su primer año de gobierno?
Nosotros tampoco...
Como va a festejarlo el sábado con un desayuno en Palacio Nacional, no estaría mal que al salir, Feli y sus selectos invitados se formaran para patinar en la pista de hielo que ese día inaugura Ebrard en el Zócalo capitalino...
Total, una patinada más..., ni cuenta vamos a darnos...
Eva Makívar, “La creme de la creme”, El Financiero, 29 de noviembre.
Muy disputado está el Zócalo capitalino el próximo sábado. Y es que el día en que Marcelo Ebrard va a inaugurar su superpista de hielo, también se le ocurrió al presidente Felipe Calderón celebrar en Palacio Nacional su primer año en el poder. Según cuentan, todavía no hay un acuerdo entre los gobiernos, lo preocupante es que con la presencia del Estado Mayor Presidencial —que si por algo se caracteriza es por su nula amabilidad—, los bloqueos, las vallas y las revisiones estarán a la orden del día. Ojalá que en Palacio Nacional no se les ocurra hacer algún ruidito, porque los perredistas “van a ir a investigar” hasta a la cocina si desde el inmueble presidencial se quiere arruinar el discurso de Marcelo Ebrard
“Binoculares”, El Gráfico, 29 de noviembre.
Pista de hielo, Fórmula Uno y playas artificiales. ¿Fórmula “perredista” del PAN y circo?...
Julio Hernández López, “Astillero”, La Jornada, 29 de noviembre.
Marcelo anda muy aspiracional. Este fin de semana se estrena el Zócalo on ice. Pero como que le falta un arbolito del tamaño del Rockefeller Center, ¿qué no?
Eva Makívar, “La creme de la creme”, El Financiero, 29 de noviembre.
A partir de mañana a las 18 horas, en la plancha del Zócalo capitalino, vamos a decir "todos somos Aureliano Buendía":
"Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo" (inicio de la novela Cien años de soledad, de Gabo García Márquez)...
Eva Makívar, “La creme de la creme”, El Financiero, 30 de noviembre.
Los panistas pusieron el grito en el cielo porque Marcelo Ebrard decidió hacer playas artificiales en el Distrito Federal para la diversión, recreación y esparcimiento de las familias de más bajos recursos en la ciudad.
Ahora que se instala la pista de hielo en el Zócalo los panistas se vuelven a romper las vestiduras. A voz en cuello repiten que esas son frivolidades. ¿Cómo es posible que se haga eso habiendo tantos problemas en la ciudad y tantas obras por realizar?, se preguntan. Llama la atención la doble moral de las muchachas del blanquiazul
Martí Batres Guadarrama, “Objeciones de la memoria”, EL Gráfico, 30 de noviembre.
Marcelo en Los Pinos. No, no se espante. No fue a felicitar a Felipe Calderón por su primer año en la Presidencia, ni ha ido a tratar de recuperar las hectáreas que ocupa la residencia oficial y que pertenecen al bosque de Chapultepec. Mucho menos a tomarse la foto.
Es que mañana inaugura su megapista de hielo, y para que esté como en Nueva York (sic), pusieron varios árboles de navidad alrededor de la zona donde quedó instalada
Katia D’Artigues, “Campos Elíseos”, El Universal, 30 de noviembre.
A las chicas fresas del PAN, entonces, no les pareció frívolo el espectáculo en el castillo de Chapultepec y menos aún las colectas millonarias de la llamada señora Marta. Obviamente, tampoco les parece frívolo que Calderón gaste 70 millones de pesos en un solo viaje al extranjero, recursos que alcanzarían para dotar de útiles escolares a todos los estudiantes de primaria y preescolar en el Distrito Federal. Mucho menos que se paguen altos recursos para alquilar oficinas de la Secretaría del Trabajo en las Lomas. Menos aún les parecen frívolos los gastos suntuarios que por matrimonio tienen como prestación los consejeros del IFE, utilizados por cierto en primerísimo lugar por Luis Carlos Ugalde y sus asesores.
Lo que a ellas ahora les parece frívolo es que los pobres se diviertan. ¿Por qué se van a divertir, se preguntan, si esa es una prerrogativa exclusiva de “nosotras las ricas”? El que quiera playa que la pague; el que quiera patinar sobre el hielo, que lo pague; el que quiera escuchar en vivo a buenos intérpretes, que lo pague. En fin, el que quiera diversión que pague por ella, pues ese es un privilegio sólo para las clases pudientes. Según ellas, mientras el rico al divertirse es admirable, el pobre que lo hace se vuelve chocante, derrochador y frívolo. ¡Vaya doble moral de las niñas bien del PAN!
Martí Batres Guadarrama, “Objeciones de la memoria”, EL Gráfico, 30 de noviembre.
Ebrard ha dedicado mucho esfuerzo a imitar el “estilo Delanoë” de gobernar, al menos en lo que se refiere a crear espacios de convivencia y entretenimiento popular.
Así, Ebrard construyó playas urbanas en verano — como los espacios de arena en el costado del Sena que inventó el socialista— y ha dispuesto una pista de hielo pública, lo mismo que sucede frente al Hotel de Ville en París.
Ebrard está buscando mostrar un estilo “creativo” de hacer gobierno (aunque copie a otros países, igual son cosas que aquí no se habían hecho) y lo está haciendo bajo el concepto de que mantener a la gente entretenida ayuda a hacer una mejor ciudad —y gana votos para lo que viene.
Pero también es importante señalar las diferencias. Delanoë quien ha aceptado abiertamente su homosexualidad, ha sido socialista toda su vida. Ebrard que “descubrió” las bondades de la izquierda sólo cuando AMLO le dio un cargo.
Delanoë ha sido siempre un luchador. Político activo desde los 23 años —nació en mayo de 1950—, es un hombre que conquistó la capital parisina en 2001 después de cientos de años de gobiernos de derecha. Y digo cientos de forma literal: ningún izquierdista había gobernado esa emblemática ciudad desde 1871, la era de la Comuna de París. Esa hazaña es más parecida al triunfo de Cárdenas en 1997 que al de Ebrard en 2006.
Andrés Pascoe Rippey, Crónica, 1º de diciembre.
Primero fueron las “playas artificiales” que el jefe de Gobierno del DF, Marcelo Ebrard, mandó instalar en varios deportivos de la ciudad.
Lo atractivo de la arena hizo que miles de capitalinos se volcaran hacia esos balnearios, aunque sólo pudieran chacotear entre el agua sucia dos horas.
Ahora, la gente se arremolina en torno a la mega pista de hielo.
La situación es todavía más delicada, porque del viernes a la fecha ya hubo nueve heridos, antes de que abriera al público.
Lo peor de todo, es que los capitalinos aún no sabemos con exactitud cuánto dinero pusimos para que Marcelo lograra instalar ese frío juguete.
Pepe Grillo, Crónica, 2 de diciembre.
Sin embargo el jefe de Gobierno se ha vacunado ante esa censura obvia: no hemos gastado nosotros, han sido patrocinadores particulares quienes lo han hecho (como se dijo cuando Giuliani).
Convendría en ese caso, saber sus intenciones reales, más allá de la pantalla filantrópica. Dieciocho millones de pesos viene costando la pista de hielo “Marcelo on the rocks” (como no tenía nombre yo así le puse) y nos convendría a todos saber cómo se les va a retribuir a los empresarios dadivosos, si alguno existiera con tan pía condición.
Mientras tanto la jugada es absolutamente exitosa. En el nombre de quienes nunca van a conocer el hielo o las pistas de otros países, el Jefe de Gobierno ruega y da con el mazo.
Poco a poco va construyendo su ascenso. Paso por paso, patín por patín; bici por bici se acerca a donde quiere. ¡Lástima! Al final del sendero lo espera el insaciable apetito del Peje. ¿Y entonces?
Rafael Cardona, “El cristalazo”, Crónica, 3 de diciembre.
Con bombo y platillo, el gobierno del Distrito Federal anunció su pista de hielo para recibir a 12 mil personas al día, pero en su inauguración tan sólo atendió a 5 mil por la falta de patines para adultos. Miles de personas se quedaron fuera de la atracción decembrina a pesar de formarse por horas, y aunque el titular del Ejecutivo local, Marcelo Ebrard, no se apareció por el emblema del proyecto de entretenimiento navideño, también fue criticado por vecinos de la delegación Xochimilco por instalar las pistas, a quienes se concretó a calificar como provocadores del Partido Acción Nacional
“Binoculares”, El Gráfico, 3 de diciembre.
Marcelo Ebrard logró lo que buscaba con su pista de hielo: opacar las celebraciones por el primer año de gobierno de Felipe Calderón. En su esfuerzo por construir una campaña la Presidencia de la República para él o para Andrés Manuel López Obrador, el jefe de Gobierno del Distrito Federal mantiene en mente el viejo principio de los políticos romanos: a la plebe hay que ofrecerle pan y circo.
Sergio Sarmiento, “Jaque Mate”, Reforma, 3 de diciembre.
Este invernal juguetito no salió nada barato en cuestión económica: salió costando 16 millones de pesos. Claro que no todo lo pagó Santa Ebrard, fueron veintitrés empresas las que le entraron fuerte a los “donativos” (¿deducibles de impuestos?), con el beneficio de salir anunciadas en los alrededores de la pista, todo sea por una buena causa altruista.
En las encuestas realizadas se nota una desaprobación de la realización de esta pista, bueno, es cierto que el dinero que va a invertir el gobierno (que, según dijeron, será solo el costo de la electricidad ocupada y que por supuesto no serán dos pesos), se pudo haber invertido en tapar hoyos en las calles de la ciudad (no sé por qué presiento que no podrán taparse ni los hoyos de la famosa pista) o en redes de agua potable para las delegaciones que carecen de la misma o, rematándole, podría ser tal vez en la compostura de segmentos del drenaje profundo como ya lo señalaba el presidente Calderón y que Marcelo se tomó como un tema de enfrentamiento personal (¿será enfrentamiento personal cuando el Distrito Federal sufra una tragedia tipo Tabasco que, aunque no de las mismas dimensiones, sí de mucho más graves consecuencias?).
Yuriria Sierra, “Nudo gordiano”, Excélsior, 4 de diciembre.
1) Regalito pa’l votante (futuro). Pero no: políticamente es mucho más rentable cumplir la fantasía de todo aquel mexicano que alguna vez ha visto la escena del Rockefeller Center con el pinotote navideño alumbrado de cientos de colores con miles de foquitos (y una pareja besándose, dando vueltas con la Navidad de fondo, jurándose amor eterno y vivieron felices por siempre —o por lo menos durante los 55 minutos de patines a los que te dan derecho las tres horas de cola a las afueras—) y los corporativos adornados con temas navideños. Ahora ya hasta gobiernos de otros estados, como el de Puebla, quieren imitar el evento…
Yuriria Sierra, “Nudo gordiano”, Excélsior, 4 de diciembre.
La característica de la verdad, mi estimado, es que no precisa de otra cosa que la verdad. La pista de hielo en el Zócalo capitalino ha sido un rotundo éxito. Los codiciados brazaletes, agotados desde temprana hora en estos primeros días para patinar, son una muestra contundente de que el jefe de gobierno capitalino, Marcelo Ebrard, logró no sólo ser el epicentro del gélido reventón sino desplazar el evento y discurso de Felipe Calderón en su primer aniversario. Ahora súmele que gracias al entretenido hielo y su chistosa expectativa en el Zócalo capitalino, el Gymboree se vio obligado a esperar su turno y operar plan B para que el inquilino de Los Pinos disfrutara del calor mediático en su conferencia de prensa y ayer, aprovechando el viaje, envió atentos saludos a Vicente Fox & friends días antes de la unción de su candidato, Germán Martínez a la presidencia del PAN. Aunque la cortesía presidencial no tiene credibilidad, perdón, fondos en el banco de esos ánimos azules que ya conocen de sobra esa distintiva forma del doble discurso.
Marcela Gómez Zalce, “A puerta cerrada”, Excélsior, 4 de diciembre.
En la disputa por quién tiene la mejor pista, sin duda Marcelo Ebrard se ha llevado las palmas. Y es que en el caso de Ebrard, no aplicó aquello de que las segundas partes nunca fueron buenas, porque la hizo y tanto chilangos como mexiquenses son felices por la atracción. El que sí va atener que hacer uso, por lo menos él de sus pista es José Luis Gutiérrez Cureño, alcalde de Ecatepec, porque según cuentan, en sus pistas patito, ni las moscas rondan el sitio
“Binoculares”, El Gráfico, 4 de diciembre.
Para amenizar el rato fuera de los campeones de patinaje o los extranjeros que vengan a dar espectáculo… Todo con el mantra de fondo, repetido hasta el bigbrotheriano cansancio en las bocinas instaladas a lo largo y ancho de Zocayork (como lo llamó mi queridísimo Jairo Calixto Albarrán), que, “gracias a Marcelo Ebrard”, estamos gozosamente empapados de las pompas y que “una porra para el gobierno capitalino” que nos trae el dorado verano en la arena de la playa y la blanca Navidad en el hielo de la pista. Si construir una base política propia para 2012 cuesta una pulserita de 55 minutos por votante, México bien vale una playa y México bien vale una pista y, seguramente, en un futuro no muy lejano, México bien valdría una misa… en Catedral.
Mientras tanto, esperamos el “bienvenidos, ustedes; bienvenido, yo...” Porque, eso sí: Marcelo Ebrard está construyendo su arena política y su pista de despegue… al margen de su mentor, Andrés Manuel López Obrador…
Yuriria Sierra, “Nudo gordiano”, Excélsior, 4 de diciembre.
Las imágenes de la gente patinando en la megasuperultraenormegantesca pista de hielo que instaló Marcelo Ebrard en el Zócalo son de lo más divertidas, me pasé viéndolas —como quien ve esos programas de pifias caseras que pasan en la tele— muerta de la risa; se pegan cada ranazo que Dios nos libre y al igual que en épocas vacacionales llevan un conteo de los accidentes y heridos. Esta idea del jefe de Gobierno pues como que sí y como que no. Sí, porque las personas se divierten, se la pasan bomba y ¡gratis!, es una actividad familiar y una nueva experiencia para los que no tiene dinero para pagarse una entrada, más la renta de los patines, en las pistas de hielo de la ciudad; además que patinar al exterior tipo Nueva York, (Marchelo dixit) es mucho más padriuris. Y como que no, porque la energía eléctrica que se gastan para mantenerla es muchísima, que me disculpe Marcelo, no es lo mismo el Rockefeller Center que en estas fechas registra temperaturas bajo cero, que en este clima casi tropical donde el sol pega durísimo y de lleno sobre la superficie de nuestra pista región 4 y la va derritiendo sin tregua. Aquí el consumo de energía diario para que esté en condiciones para que nadie se rompa la crisma es una cosa de locos. Y además que me diga por qué trae un mes antes a Al Gore para que nos explique que si seguimos gastando energía así a lo tarugo, el mundo se va acabar; mucho documental, mucho discurso y en cuanto se va el ex vicepresidente gringo, a enchufar a todo lo que dan generadores para mantener helada la susodicha pista. A mí eso me parece incongruente, creo que hubiera sido mejor organizar la misma pista de patinaje pero de ruedas. Otro punto: yo sé que todo mundo tiene derecho a divertirse, pero ¿no su primera función como regente de la capital es darnos seguridad, mejores calles, mejores servicios, etcétera; a todos: ricos, pobres o de clase media? y se gasta una fortuna en hacer una cosa muy locochona en lugar de resolver los problemas básicos.
Primero playas, luego pista de hielo, espero que un día de éstos no le parezca chidolido que todos debamos experimentar la gravedad cero, tipo la NASA, porque lo organiza… híjole, ¡para qué le ando dando ideas!
Carolina Enríquez, “Azul Tiffany”, Milenio, 5 de diciembre.
A propósito de la pista de hielo instalada en la plancha del Zócalo capitalino, en días pasados dijo el obispo de Ecatepec, Onésimo Cepeda:
"La construcción de una pista de hielo en el Zócalo es ocioso y absurdo, y será un partidero de hocicos, porque nadie sabe patinar en hielo."
Luego de considerar que esos recursos debieron haberse utilizado de mejor manera, como en el Sistema de Drenaje Profundo, manifestó que si eso pasara en Ecatepec, "se mueren"...
Um, dicen, ¿se mueren de frío?, ¿de emoción?, ¿de miedo? Vaya, vaya, con el prelado Cepeda...
Eva Makívar, “La creme de la creme”, El Financiero, 6 de diciembre.
Por cierto que para Mariana Gómez del Campo, lideresa del PAN capitalino, los recursos empleados en la construcción de las instalaciones de esa pista de hielo debieron destinarse a la convocatoria de un concurso de piñatas o posadas y no a una "gringada". / Um, dicen, pues lo de las piñatas también sería divertido, pero... ¿de cuándo acá nos preocupamos por no imitar a los gringos? Además, ellos no fueron los primeros en instalar una pista de hielo, fueron los japoneses...
Ora sí que esta Mariana nos resultó globalifóbica, altermundista y antiyanqui. Ya la veremos gritando a todo pulmón en la próxima manifestación: "Yankees, go home!"...
Eva Makívar, “La creme de la creme”, El Financiero, 6 de diciembre.
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