Es urgente que el presidente Calderón se dé cuenta de que el próximo año puede ser el último de su gobierno para acordar una estrategia económica que le dé al país el crecimiento y el empleo que se necesita, y en lugar de esperar a que el Congreso le apruebe las reformas pendientes se decida a aprovechar las facultades que tiene para impulsar en serio la inversión pública y privada.
Ha pasado ya un año de gobierno y el balance es positivo, sobre todo si partimos de la debilidad con que empezó, no ha habido ni grandes penas pero tampoco grandes glorias, las dudas, sin embargo, sobre la capacidad del actual gobierno para impulsar una nueva etapa de desarrollo son cada día mayores.
Si el presidente Calderón y su gabinete no dan, en los primeros meses del próximo año, muestras de fortaleza y decisión para impulsar los cambios que se requieren, lo más probable es que este sexenio sea uno más de resultados mediocres, como ha sucedido en los últimos 25 años
Demetrio Sodi de la Tijera, El Universal, 19 de noviembre.
La institución presidencial que tenemos es débil. No ha hallado el método para imponerse. No ha encontrado la fórmula para convertirse en autoridad, estrictamente hablando. Si bien podría dársele un voto a favor el que haya sido aprobada la reforma electoral (una reforma, entre otras, que Fox nunca tuvo posibilidad alguna de concretar), la oposición de los concesionarios de los medios electrónicos descalifican con contundencia esa modificación constitucional. Aluden, como principal argumento, un desplome en la libertad de expresión cuando es precisamente de ésta que han hecho uno de los negocios más jugosos que haya habido en la historia de este país. La circulación del dinero lo dice todo: del erario público a los partidos y de éstos a los medios electrónicos. Millonadas despilfarradas.
José Luis Reyna, Milenio, 26 de noviembre.
Calderón quedó, desde entonces, atado a las ambiciones y maniobras de una profesora rural sin llenadura. Cuanto crítico interesado se refiere a este maridaje a costa de la nación, aconseja, implora de inmediato y con afán claramente voluntarista, que la profesora sea alejada de la presidencia oficial. Desean, con piadosa mimosidad, que Calderón ejecute un acto de autoridad ejecutiva y la aleje de su entorno. Que le quite las prebendas otorgadas en bien de los educandos. Que no la emplee para sus designios electoreros. Que la exima del manejo pensionario (ISSSTE). Que le corte el cordón inagotable de los recursos públicos. Es decir, que Calderón actúe, ante ella, como lo que nunca ha sido: un presidente legítimo que busca el bien de sus ciudadanos y sólo de ellos.
La íntima conexión entablada entre Gordillo y Calderón deja sin posibilidades de éxito a su proyecto de gobierno. En ese acuerdo ha hipotecado varias arterias de la indelegable responsabilidad ejecutiva por salvaguardar el desarrollo de México. La educación lleva ya 18 o 20 años de un naufragio testificado hasta por organismos internacionales afines a la clase gobernante (UNESCO, BID, BM, OCDE). Sin medios presupuestales para ser invertidos en infraestructura e investigación, la instrucción primaria y secundaria quedó, por designio inapelable de Gordillo, en manos de su yerno, un torvo alguacil de sus visiones personales, que es real afrenta a la dignidad burocrática nacional.
Luis Linares Zapata, “La Jornada, 28 de noviembre.
En su primer año de gobierno, el presidente Calderón no ha querido, o no ha podido, poner en práctica una sola medida antimonopólica digna del nombre. Tiene a su favor un funcionario ejemplar y valiente al frente de la Cofeco; un verdadero pavor de las elites ante la posible (aunque poco probable) resurrección del Peje; un apoyo internacional por lo menos en potencia casi incondicional; y una opinión pública predispuesta, aunque neófita en la materia. Se entiende, quizás, que se puede abrir sólo un frente a la vez, y que se libran las batallas una por una. Pero todos sabemos que el primer año de un sexenio suele ser el más productivo, o en todo caso es cuando se siembran las semillas de cosechas próximas. Tal vez Felipe Calderón ya tenga programado su cronograma antimonopólico, y con toda razón no lo comparte con nadie. O, también, posiblemente ya sepa que su margen de maniobra -debido, por supuesto, a la intransigencia del PRD y a la miopía y mediocridad del PRI- es tan estrecho, que sólo le queda poner en la mesa sus facultades presidenciales. Serían las únicas canicas que le quedan a una Presidencia en plena disminución desde 1997. O podría ser, por desgracia, que simplemente no le interese el tema. Pero en una de ésas, existe una tercera vía: movilizar a la sociedad mexicana en torno a un programa democratizador, anticorporativista, liberal y solidario, que aun si fuera derrotado, encerrara el germen de su victoria lejana, e ilustraría a un país que requiere de educación política con mucha urgencia.
Jorge Castañeda, Reforma, 28 de noviembre.
También deberá poner especial atención en abrir la competencia dentro de aquellos sectores dominados por una sola empresa, o bien, donde la falta de jugadores perjudica directamente a los usuarios.
Calderón no ha movido un dedo para abrir la competencia. Mientras continúe con esa visión aldeana, su gobierno seguirá como hasta ahora: en media tabla, muy lejos de aquel México triunfador que prometió en su campaña.
Martín Moreno, “Archivos del poder”, Excélsior, 29 de noviembre.
El primer año es también un punto de quiebre. Aunque mañana será un sábado como cualquier otro, el Presidente Calderón sabe que se cumplió un primer ciclo de su administración y que esta vuelta permite hacer una valoración de lo que ha funcionado bien y de lo que ha resultado mal.
En todo caso, esperamos que tenga la capacidad para reconocer que no todo ha resultado bien, pues sólo así se podría mejorar la gestión en los próximos años.
Si la razón por la que no se han emprendido otras reformas estratégicas es porque existe una secuencia prevista y se quería tener "la sartén por el mango" antes de emprender una verdadera pelea contra los monopolios o para fajarse frente a los sindicatos que parasitan buena parte del sector público, pues bienvenida la explicación y ahora lo que esperamos es que la gestión pública esté a la altura de las circunstancias.
Enrique Quintana, “Coordenadas”, Reforma, 30 de noviembre.
El margen de complacencia del rumbo aparentemente correcto de este trayecto puede ser pasajero si no se pasa de inmediato al ámbito de realizaciones concretas. Actuar con una diplomacia imaginativa que puede seguir siendo silenciosa y no misteriosa implica concretar acuerdos, fortalecer alianzas con propósitos puntuales y asumir iniciativas encabezadas por México. En lo inmediato, es inaplazable el fortalecimiento de la red consular, que continúa sufriendo los efectos de un injustificado abandono de 12 años. Hoy más que nunca, el clima prevaleciente en Estados Unidos exige que esas representaciones asuman un papel fundamental para hacer frente a los retos de la tensión racista.
Reflexión final. Brasil y México fueron los únicos latinoamericanos invitados a la reunión de Annapolis, lo cual supone un reconocimiento de las partes en conflicto, que en nuestro caso obliga a evitar actos heroicos de relumbrón, que desvirtúan nuestra actuación como interlocutores con peso internacional
Jorge Montaño, El Universal, 30 de noviembre.
Lo que sería lamentable es que los cálculos políticos de corto plazo paralizaran. Si no se toman decisiones por el efecto negativo que pudieran tener sobre el ánimo de los electores, entonces se seguirían los pasos de Fox.
El capital político que tiene Calderón, mucho o poco, debe ser empleado para asegurarse que haya condiciones que permitan al País un crecimiento más rápido, más equidad en la distribución de sus resultados y un Estado más justo y eficaz.
Avanzar en ese sentido implica pisar callos. Generarse enemistades y enemigos y quizá, en el corto plazo, incluso perder popularidad.
Pero, creo que hacerlo es la razón por la que se desea estar al frente de un Gobierno.
Creo que hoy estamos mejor, sin duda, que hace 365 días, pero estamos también en la disyuntiva de si tendremos una gestión que quiera marcar nuevos rumbos y fronteras, o bien, una que simplemente se asegure de que el barco no se hunda en los próximos años.
Enrique Quintana, “Coordenadas”, Reforma, 30 de noviembre.
Dos asignaturas seguirán pendientes: aumento del empleo y combate a la pobreza, consustanciales en la generación de mayores niveles de bienestar. Todas las reformas posibles que vayan a formularse, presentarse, analizarse, discutirse y aprobarse necesitan tener en mente que sin crecimiento económico no será sostenible cubrir el costo de niveles de vida superiores cuyos beneficios estén mejor distribuidos.
Así también deberá tenerse presente que sin un entorno político propicio para la estabilidad social, hacer mejores reformas económicas posibles seguirá siendo utópico.
El desafío que tienen la clase política, la alta burocracia, el sector empresarial, los sindicatos y todas aquellas fuerzas de poder real es trascender de sus propios intereses inmediatos, cediendo un poquito a favor de algo que cada vez se necesita más en la globalización: actuar más seguido a favor del interés público. Esto significa simple y llanamente que todo mexicano a lo largo y ancho del territorio nacional tenga acceso a alimentación, salud y educación; a crear condiciones para reducir la informalidad, y a procurar las bases mínimas para que dentro del Estado mexicano sea una realidad la seguridad en todos los sentidos: nacional, pública, social, económica y jurídica, condiciones mínimas para fomentar riqueza
Jorge Chávez Presa, El Universal, 1º de diciembre.
El dilema que Felipe Calderón tiene por delante no es sencillo. Si aprueba la publicación de la nueva ley electoral, tal como está redactada, pasará a la historia como el Presidente que toleró (e incluso auspició) una contrarreforma de gran calado. Si veta su publicación, tal como lo faculta la Constitución, romperá los acuerdos con las oposiciones, particularmente con los priistas, y las reformas pendientes (judicial, energética y otras) quedarán en veremos. La decisión, como se puede constatar, no es sencilla. En ambos casos los costos son muy elevados.
El Presidente deberá resolver ese dilema en su fuero interno. Hay principios y valores que no se pueden sacrificar. La opción que elija marcará todo su sexenio. Al cabo de un año sabemos que Calderón tiene tamaños para ser Presidente. Dentro de poco conoceremos su verdadero talante y convicción democrática.
Jaime Sánchez Susarrey, Reforma, 1º de diciembre.
¿Qué falta? Crear las condiciones para hacer de la mexicana, tal y como lo propuso Calderón, una economía competitiva, lo cual solamente se logrará abriendo todos los mercados, y todos los sectores de la actividad económica, a la participación de todo aquel, nacional o extranjero, que quiera participar, es decir, competir. Hasta el momento, en el mejor de los casos, solamente se han aplicado paliativos, tal y como lo muestra la decisión de Calderón de, a partir de enero, y para las horas pico, reducir las tarifas eléctricas “para mejorar la competitividad del aparato productivo”, que en algo mejorará, pero nunca tanto como lo haría si cualquiera pudiera producir, distribuir y vender electricidad, es decir, si ese sector de la actividad económica estuviera abierto a todo aquel que, nacional o extranjero, quisiera participar y competir. Eso, la apertura del sector eléctrico, es lo que Calderón debería proponer, y no la reducción, por dedazo, de las tarifas eléctricas. Por cierto, ¿cuánto le va acostar a CFE y CLyFC? No vaya a ser que, a la larga, salga más caro el caldo que las albóndigas o, dicho de otra manera, que como contribuyentes acabemos pagando lo que como consumidores dejamos de pagar.
Arturo Damm Arnal, “Pesos y contrapesos”, Crónica, 3 de diciembre.
Hemos leído en estos días interesantes balances de lo que ha sido el primer año del gobierno de Calderón. Ahora toca enfocar las baterías en el análisis de lo que viene. El segundo año suele ser un periodo productivo en la tradición sexenal. El presidente está ya asentado en sus funciones y todavía no es presa de las deformaciones que el ejercicio del poder suele infligir a los mandatarios; esas aparecen con la maldición del cuarto año. Su gabinete, para bien o para mal, alcanza su altura de crucero, empieza a trabajar de manera más coordinada y algunos programas arrojan frutos. En el segundo año se puede ya tener una visión clara de lo que cabrá esperar del gobierno en turno.
Para Calderón el segundo no será un año fácil. El entorno económico ejercerá una presión fuerte por dos razones fundamentales. La primera es la presión inflacionista en los alimentos que amenaza con convertirse en un asunto muy complicado y tener una serie de implicaciones políticas. El segundo es el factor Estados Unidos. Nuestros socios comerciales son en muchos sentidos el elemento más importante para determinar el curso que puede seguir el país y no creo que nadie pueda decir que correrán buenos tiempos. Para infortunio nuestro —y de la región norteamericana en su conjunto— nuestros vecinos estarán ensimismados en sus propios problemas políticos. Los años electorales suelen ser así y por lo tanto su atención a los temas mexicanos será marginal y cuando lo hagan seguramente será para zaherir nuevamente con el tema migratorio. Además, atrapados como están en su laberinto nativista y securitario, cada vez con mayores tintes antimexicanos, es inimaginable que en medio de las campañas se proponga una agenda que nos haga salir del atolladero en el que nos hemos instalado en los últimos años
Leonardo Curzio, El Universal, 3 de diciembre.
Pero este es un buen momento, también, para tomar distancia por unos días de la agenda nacional inmediata y poder reflexionar sobre el futuro: 2008 será decisivo para el futuro de la administración de Calderón. En todo caso, el Presidente tiene que ir preparándose y analizando cómo encarará el próximo año, ya sin elecciones importantes, con capacidad para poder implementar proyectos productivos trascendentes y, pasado el primer periodo ordinario de sesiones en el Congreso, que concluye en abril próximo, sabiendo que con ello se agotará el proceso de reformas legislativas.
Jorge Fernández Menéndez, “Razones”, Excélsior, 3 de diciembre.
Acaso no habría posibilidad de que ahora, al iniciar otro año de gobierno, Calderón pudiese emprender una línea de conducta diferente, asentada en lo que necesitamos de él, vale decir, en asumirse como un conductor político para darle dirección al país y, por añadidura, fuera de la estridencia propagandística que ha llegado a tal grado que no permite captar, certeramente, sus intenciones.
Tal cosa camina de la mano con el imperativo de dejar de ver a la política en términos tecnocráticos o, para que se entienda mejor, utilitaristas (maximizar numéricamente las ganancias y minimizar las pérdidas) para situarla en el terreno de la comprensión de las razones de los múltiples actores que la componen. De allí podría extraer una resultante que Calderón pueda encabezar, precisamente, como Presidente de la República
José Fernández Santillán, El Universal, 4 de diciembre.
El presidente Calderón aprovechó la ocasión para dibujar un nuevo escenario para México, en donde por ejemplo se invertirán 50 mil millones de dólares en carreteras, puertos, aeropuertos, centrales energéticas, regasificadoras, mejores redes de telecomunicaciones, mejora de nuestras refinerías, etcétera. También se comprometió a reforzar la dinámica del mercado interno; a promover sectores clave como el de la construcción, el turismo, el campo, la vivienda, la energía, las telecomunicaciones y diversificar las exportaciones... "Estamos decididos a que la estabilidad y el crecimiento contribuyan a la construcción de un país más justo, sin embargo, sabemos que crecimiento y estabilidad no son suficientes para eso. Creo firmemente que el principal reto de la generación nuestra es reducir la desigualdad entre los mexicanos, cerrar la brecha entre los ricos y los pobres en el país..." ¡Pues nosotros hasta no ver, no creeremos! Respondieron rápidamente los "aguafiestas".
Luis Soto, “Agenda confidencial”, El Financiero, 4 de diciembre.
Más aún si se piensa que las asignaturas pendientes (como la reforma a la procuración e impartición de justicia y el tema de los derechos sociales, entre otros) son tan complejas como necesarias. Una nueva forma de hacer política parece haberse instalado en el país, y aunque eso no resuelve de entrada los problemas, sí allana el camino para discutirlos y procesarlos.
Esta nueva situación es indudablemente mérito de los actores políticos: de los legisladores, por un lado, y del Presidente, por el otro. En un caso el ánimo de llegar a acuerdos y, en el otro caso, la capacidad para reconocer en el Congreso al interlocutor político más importante al cual hay que respetar y con el cual hay que negociar. Darle su lugar al Congreso e interactuar con él, pese a todas las dificultades que ello implica, y no confrontarlo por principio —como hizo Fox—, creo, es el principal mérito del gobierno que inició hace 12 meses.
Nada garantiza que esta relación de respeto y reconocimiento siga manteniéndose, sino que debe procurarse y alimentarse permanentemente. De no ser así, en el futuro lamentaremos otro sexenio perdido, y eso a nadie le conviene
Lorenzo Córdova Vianello, El Universal, 4 de diciembre.
Si Calderón quisiera hacer una verdadera reforma del Estado tendría que liquidar la maquinaria electoral de la profesora Gordillo y cancelar la reforma fiscal, sustituyendo ese ingreso por lo que anualmente otorgaría a la ilustre Maestra; reintegrar el Ejército a la labor que establece la Constitución; combatir los monopolios de telecomunicación, cemento, minería, lácteos, cereales, transportación, etcétera; protestar en la ONU por el muro fronterizo e impulsar el enjuiciamiento por la vía ordinaria de los altos funcionarios del sexenio pasado que cometieron fechorías, empezando por Fox.
Sin "mapaches" mercenarios y controlada la propaganda electrónica de los poderes fácticos, la reforma electoral sería un éxito. Y ahí radica la base de la reforma del Estado.
Alfonso Elizondo, Reforma, 4 de diciembre.
El año próximo debe ser de competitividad. Y para ello el primer mandatario ya alista sus baterías para apoyarse con todo en Javier Lozano, el secretario del Trabajo, quien se comprometió desde su programa sectorial a sacar adelante una reforma laboral.
La reforma laboral será la posible, no la ideal.
Y la posible nos habla de coincidencias entre las centrales obreras, entre la CTM y la UNT, entre posibilidades reales que hoy en día ya se dan en las jornadas laborales, como los medios tiempos, pero que la Ley Federal del Trabajo las impide.
Se trata de generar más empleos, hacer que los empleadores contraten más empleados de manera formal, y para lograrlo se deben bajar los costos para dar trabajo a una persona. Ojo: no se trata de eliminar prestaciones sociales, sino de reducir el costo para las empresas y los empleadores. La meta presidencial está allí: crear un millón de empleos anuales
José Yuste, “Activo Empresarial”, Excélsior, 5 de diciembre.
Por cierto que, en la misma entrevista, Calderón soltó un dato muy interesante cuando habló de los monopolios. El sindicato de telefonistas se ha convertido en defensor de los intereses de la empresa del grupo Slim –lo cual hasta cierto punto se justifica, es su fuente de trabajo– y ha conseguido el apoyo del PRD para bloquear los intentos del gobierno –de por sí débiles– para regularla. Una duda: ¿cuál de las tribus del perderé es la que está maquilando servicios al sindicato de telefonistas de Francisco Hernández Juárez?
Enrique Galván Ochoa, “Dinero”, La Jornada, 5 de diciembre.
Hasta ahora, Calderón tiene bastante que celebrar pero, pasado este primer momento de expectación, viene lo más complicado: 2008. Terminados los fuegos artificiales del estreno, la ciudadanía exigirá resultados: más empleos, mejores condiciones de vida, calidad en los servicios, etcétera.
En el tema de la seguridad, Calderón entró pegando fuerte. Involucrar al Ejército en la lucha contra el narco creó entre la población una percepción de firmeza y decisión. Los temas pendientes tienen, pues, más que ver con lo económico y las condiciones de vida de las mayorías. El gasolinazo, por ejemplo, tiene muy descontenta a gran parte de la sociedad, y Calderón debería enfocar su energía a esos temas en 2008.
Maite Reyes Retana, Milenio, 5 de diciembre.
¿Qué sigue ahora? El próximo año va a ser un año de consolidación y probablemente de reformas mayores. Calderón tendrá ahora más fuerza para hacerlo. Adicionalmente, va a encontrar una oposición más dispuesta a negociar ante la perspectiva de las elecciones de 2009, aunque probablemente el clima de negociación se afecte ya en el proceso electoral mismo. Así pues, 2008 se presenta como un año de grandes oportunidades para lograr cambios importantes en el país. Se acabó la parte alta de la primera entrada. Ahora le toca batear al Presidente. Veremos si es tan buen bateador como pítcher
Jorge Chabat, El Universal, 6 de diciembre.
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