Siete comentarios, 2.92% de los 240 sistematizados, recuerdan la toma de posesión de Felipe Calderón; un tema que, como ya se comentó en la Presentación, fue abordado la semana pasada en este Observatorio. Otra parte de este ítem se centra exclusivamente en el ambiente que ha persistido durante el primer año de gobierno.
A once días de que Felipe Calderón cumpla un año de gobierno, no han dado resultado todos los intentos perredistas-lopezobradoristas de entorpecer su gestión, más aún, el presidente ha demostrado que sabe su trabajo y lo hace muy bien.
Yazmín Alessandrini, “Circo Político”, Crónica, 21 de noviembre.
Hace un año, Calderón entró por la puerta de atrás al Palacio de San Lázaro, entre empujones y recordatorios familiares, para rendir protesta constitucional como Presidente de la República. En estos doce meses ha podido fraguar un entorno diferente. Hace unos días, por ejemplo, entregó el premio de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara a Fernando del Paso, flanqueado por Álvaro Mutis, Carlos Fuentes y Gabriel García Márquez. La crema de la literatura latinoamericana, que no es poca cosa.
Para poder sacar la foto, el Estado Mayor previamente había tomado las instalaciones de la FIL, donde se escucharon algunos gritos aislados de protesta. Uno que otro “espurio” y “pelele”, que no tuvieron eco. Hombres lúcidos y muy bien informados, como Del Paso y Fuentes, aceptaron tomarse la foto con Calderón, con lo que para un sector de la comunidad intelectual quedó cerrado el capítulo de la elección del 2006. Ya reconocen como Presidente legal y legítimo al panista.
Juan Manuel Asai, “Códice”, Crónica, 27 de noviembre.
El gobierno que arrancó sin la euforia popular que producen las victorias indiscutibles llega precisamente hoy a su primer aniversario, al cabo de doce meses de altibajos, con logros relativos y fracasos evidentes, en idénticas condiciones de ausencia de emoción social generalizada y con esperanzas que empiezan a desdibujarse.
La efeméride presenta un panorama incierto explicable por los hechos. En lo que va del desempeño del presidente Felipe Calderón, los mexicanos hemos podido comprobar que ha habido de todo. Ha habido, en especial, mucha retórica.
En este lapso fueron concretadas reformas legales plausibles a pesar de que quedaron abajo de las expectativas; la generación de empleos se halla lejana de los requerimientos sociales; el combate a la pobreza prosigue con los mismos instrumentos de las tres administraciones precedentes; las acciones para garantizar seguridad pública han sido de ineficacia punto menos que absoluta.
Adicionalmente, el sometimiento del gobierno a los grupos de poder real resulta patente por donde se mire, y la inmovilidad frente a la ya inocultable corrupción del gobierno de Vicente Fox induce a pensar en un mandatario rehén no de sus adversarios de otros partidos sino de sus propios correligionarios, o que el actual gobernante constituye el más perverso legado de su antecesor.
Aurelio Ramos Méndez, “Contraluz”, Crónica, 1º de diciembre.
Parecía que no llegaba. Primero a San Lázaro, después a sus eventos (me ha tocado presenciar lo que hace el Estado Mayor para permitirle llegar y salir de ellos, ante la agresividad de los lopezobradoristas). El caso es que ya asomó al primer año de Gobierno. Es, por tanto, valedero hacer algunas pequeñas reflexiones.
En primer lugar esperemos que no sea un sexenio de mala suerte. Para felicidad o desgracia de los gobernados, los mandatarios hacen que la nación corra la misma suerte de ellos. La torpeza, por cierto, no es cosa de suerte. Veamos algunos casos recientes. A Carlos Salinas, amén de su talento e hiperactividad, le favorecieron las circunstancias. Primero por la caída del muro de Berlín. Asunto por demás importante dado que, a querer o no, ejercía una gran influencia aquella todavía probable promesa de reivindicación social. Con el desmantelamiento de sus infraestructuras mentales, el mundo empezó a conocer cómo se vivía en el “paraíso” socialista. De allí pa’l real el camino se le hizo menos escabroso al de Agualeguas. Meticuloso y espoleado por su asunción pudo con el paquete, salvo las últimas decisiones de su mandato. Su antecesor tuvo que vérselas con la más fea. Desde su campaña, Miguel de la Madrid, pudo vislumbrar que el futuro inmediato no sería sencillo. Con inflación hasta del 160% anual, era poco probable que pudiera pensar en otro “milagro mexicano”. Empero, se las ideó para poner en práctica el famoso Pacto Económico, que impidió más ceros en los billetes de circulación y la agudización de la pobreza. Pero vinieron los sismos. Después, las primeras inundaciones conocidas. Y, ya no pudo hacer mucho. Con su signo los mexicanos seguimos el mismo rumbo.
Jaime Alcántara Silva, Crónica, 1º de diciembre.
Primero. Hace exactamente un año, el presidente Felipe Calderón acudió a una polémica e inédita toma de protesta en San Lázaro. Bajo la amenaza de una explosión política y social logró cumplir con el protocolo y superó su primer gran reto. El riesgo fue calculado y la operación logística impecable. Se confió en la cordura de la sociedad civil y se sentaron las bases para recuperar la confianza en el gobierno. Finalmente, ganó la razón en unos y otros.
Manuel Gómez Granados, Crónica, 2 de diciembre.
Un año ya. Doce meses y no ha terminado la polarización surgida desde julio de 2006, cuando se puso en duda el triunfo de Felipe Calderón que el sábado cumplió un año en el poder. Hasta película ya hay de eso. Un año en el que está también ahí el autoproclamado gobierno legítimo de Andrés Manuel López Obrador.
Katia D’Artigues, “Campos Elíseos”, El Universal, 3 de diciembre.
Felipe Calderón cumplió un año en el poder el sábado pasado. Tal vez lo más destacable en este primer año de gobierno sea que Calderón logró llegar a Los Pinos y asumir la Presidencia, aun en medio de terribles turbulencias políticas.
Calderón logró, además, sacar adelante varias reformas importantes para su gobierno. Negoció bien con el Congreso, y no se metió en la caída de Luis Carlos Ugalde. De hecho, se lavó las manos y dejó que la furia de la oposición recayera sobre el IFE, convertido en chivo expiatorio de la cuestionadísima elección.
Maite Reyes Retana, Milenio, 5 de diciembre.
A once días de que Felipe Calderón cumpla un año de gobierno, no han dado resultado todos los intentos perredistas-lopezobradoristas de entorpecer su gestión, más aún, el presidente ha demostrado que sabe su trabajo y lo hace muy bien.
Yazmín Alessandrini, “Circo Político”, Crónica, 21 de noviembre.
Hace un año, Calderón entró por la puerta de atrás al Palacio de San Lázaro, entre empujones y recordatorios familiares, para rendir protesta constitucional como Presidente de la República. En estos doce meses ha podido fraguar un entorno diferente. Hace unos días, por ejemplo, entregó el premio de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara a Fernando del Paso, flanqueado por Álvaro Mutis, Carlos Fuentes y Gabriel García Márquez. La crema de la literatura latinoamericana, que no es poca cosa.
Para poder sacar la foto, el Estado Mayor previamente había tomado las instalaciones de la FIL, donde se escucharon algunos gritos aislados de protesta. Uno que otro “espurio” y “pelele”, que no tuvieron eco. Hombres lúcidos y muy bien informados, como Del Paso y Fuentes, aceptaron tomarse la foto con Calderón, con lo que para un sector de la comunidad intelectual quedó cerrado el capítulo de la elección del 2006. Ya reconocen como Presidente legal y legítimo al panista.
Juan Manuel Asai, “Códice”, Crónica, 27 de noviembre.
El gobierno que arrancó sin la euforia popular que producen las victorias indiscutibles llega precisamente hoy a su primer aniversario, al cabo de doce meses de altibajos, con logros relativos y fracasos evidentes, en idénticas condiciones de ausencia de emoción social generalizada y con esperanzas que empiezan a desdibujarse.
La efeméride presenta un panorama incierto explicable por los hechos. En lo que va del desempeño del presidente Felipe Calderón, los mexicanos hemos podido comprobar que ha habido de todo. Ha habido, en especial, mucha retórica.
En este lapso fueron concretadas reformas legales plausibles a pesar de que quedaron abajo de las expectativas; la generación de empleos se halla lejana de los requerimientos sociales; el combate a la pobreza prosigue con los mismos instrumentos de las tres administraciones precedentes; las acciones para garantizar seguridad pública han sido de ineficacia punto menos que absoluta.
Adicionalmente, el sometimiento del gobierno a los grupos de poder real resulta patente por donde se mire, y la inmovilidad frente a la ya inocultable corrupción del gobierno de Vicente Fox induce a pensar en un mandatario rehén no de sus adversarios de otros partidos sino de sus propios correligionarios, o que el actual gobernante constituye el más perverso legado de su antecesor.
Aurelio Ramos Méndez, “Contraluz”, Crónica, 1º de diciembre.
Parecía que no llegaba. Primero a San Lázaro, después a sus eventos (me ha tocado presenciar lo que hace el Estado Mayor para permitirle llegar y salir de ellos, ante la agresividad de los lopezobradoristas). El caso es que ya asomó al primer año de Gobierno. Es, por tanto, valedero hacer algunas pequeñas reflexiones.
En primer lugar esperemos que no sea un sexenio de mala suerte. Para felicidad o desgracia de los gobernados, los mandatarios hacen que la nación corra la misma suerte de ellos. La torpeza, por cierto, no es cosa de suerte. Veamos algunos casos recientes. A Carlos Salinas, amén de su talento e hiperactividad, le favorecieron las circunstancias. Primero por la caída del muro de Berlín. Asunto por demás importante dado que, a querer o no, ejercía una gran influencia aquella todavía probable promesa de reivindicación social. Con el desmantelamiento de sus infraestructuras mentales, el mundo empezó a conocer cómo se vivía en el “paraíso” socialista. De allí pa’l real el camino se le hizo menos escabroso al de Agualeguas. Meticuloso y espoleado por su asunción pudo con el paquete, salvo las últimas decisiones de su mandato. Su antecesor tuvo que vérselas con la más fea. Desde su campaña, Miguel de la Madrid, pudo vislumbrar que el futuro inmediato no sería sencillo. Con inflación hasta del 160% anual, era poco probable que pudiera pensar en otro “milagro mexicano”. Empero, se las ideó para poner en práctica el famoso Pacto Económico, que impidió más ceros en los billetes de circulación y la agudización de la pobreza. Pero vinieron los sismos. Después, las primeras inundaciones conocidas. Y, ya no pudo hacer mucho. Con su signo los mexicanos seguimos el mismo rumbo.
Jaime Alcántara Silva, Crónica, 1º de diciembre.
Primero. Hace exactamente un año, el presidente Felipe Calderón acudió a una polémica e inédita toma de protesta en San Lázaro. Bajo la amenaza de una explosión política y social logró cumplir con el protocolo y superó su primer gran reto. El riesgo fue calculado y la operación logística impecable. Se confió en la cordura de la sociedad civil y se sentaron las bases para recuperar la confianza en el gobierno. Finalmente, ganó la razón en unos y otros.
Manuel Gómez Granados, Crónica, 2 de diciembre.
Un año ya. Doce meses y no ha terminado la polarización surgida desde julio de 2006, cuando se puso en duda el triunfo de Felipe Calderón que el sábado cumplió un año en el poder. Hasta película ya hay de eso. Un año en el que está también ahí el autoproclamado gobierno legítimo de Andrés Manuel López Obrador.
Katia D’Artigues, “Campos Elíseos”, El Universal, 3 de diciembre.
Felipe Calderón cumplió un año en el poder el sábado pasado. Tal vez lo más destacable en este primer año de gobierno sea que Calderón logró llegar a Los Pinos y asumir la Presidencia, aun en medio de terribles turbulencias políticas.
Calderón logró, además, sacar adelante varias reformas importantes para su gobierno. Negoció bien con el Congreso, y no se metió en la caída de Luis Carlos Ugalde. De hecho, se lavó las manos y dejó que la furia de la oposición recayera sobre el IFE, convertido en chivo expiatorio de la cuestionadísima elección.
Maite Reyes Retana, Milenio, 5 de diciembre.
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