Ayer vimos en Excélsior una encuesta de Ulises Beltrán sobre el desempeño de los integrantes del actual gabinete, el más gris de los últimos sexenios (supera con creces al gabinetazo). Nos llamaron la atención las buenas calificaciones que el hombre de Bucareli logra entre la población con teléfono: 48% dice tener una buena o muy buena opinión del secretario; 9% regular y, 12%, mala o muy mala. Habrá que ver si la evaluación que hace el presidente Calderón coincide con los resultados de la encuesta de Ulises Beltrán. Apostamos a que no
Francisco Garfias, “Arsenal”, Excélsior, 22 de noviembre.
Pensemos, por ejemplo, en el gabinete presidencial. Uno de los grandes aciertos del presidente Calderón ha sido el conformar un equipo de trabajo disciplinado y coherente que camina en la misma dirección, que se cuida de escenificar desacuerdos públicos y reconoce la jefatura del Ejecutivo. A un año, puede decirse que el gabinete ha dado buenas muestras de cohesión y orden. Ya no vemos a los secretarios de Estado polemizar entre sí ante la prensa o, como llegó a ser frecuente, con su propio jefe. La recuperación de ese orden no es cosa menor y es una de las claves del éxito político en nuestra circunstancia. El gran recurso institucional del Ejecutivo es precisamente su unidad y es eso lo que se ha recuperado en estos meses: la coherencia de la política al interior del equipo presidencial. Pero el costo de ese acierto innegable es serio y tal parece que empieza a elevarse. Me refiero al hecho de que la unidad del equipo presidencial se ha hecho a base de silencio y de mediocridad. Los miembros del equipo presidencial son aún figuras desconocidas en el espacio público. No se les conoce porque no se les ha permitido salir a la superficie para defender sus políticas o promover sus iniciativas. Se ha impuesto un mutismo que es ya perjudicial para la administración calderonista. Ante la afonía de sus colaboradores, el Presidente se ve obligado a un activismo insensato que lo tiene por vocero universal de toda la administración pública. También empieza a percibirse el costo de la pauta disciplinaria: salvo un par de excepciones, el equipo presidencial resulta un agregado de figuras menores. El acierto de la disciplina lleva la carga de una medianía que apenas acompaña.
Jesús Silva Herzog Márquez, Reforma, 26 de noviembre.
La semana pasada altos funcionarios del Poder Judicial de la Federación nos hacían ver, que el gabinete presidencial le queda muy chico a Felipe Calderón, y que inclusive el secretario de Gobernación, Francisco Ramírez Acuña, pasa desapercibido ante la gravedad de los problemas, además de que no hay interlocutores para resolver los problemas políticos.
Estas mismas fuentes también nos acotaban que, el presidente Calderón ha tenido un buen desempeño, sobre todo si se recuerdan los nubarrones que le pronosticaban fuertes tormentas por lo apretado de las elecciones y por el clima social que ponía en tela de juicio todo. A un año, las cosas han mejorado, pero el gabinete ha dejado mucho qué desear.
Ubaldo Díaz, “Escenario Político”, Crónica, 27 de noviembre.
Podríamos ir analizando cada una de las carteras; los funcionarios de primer nivel, a estas alturas, no son reconocidos en la mayoría del país. Hace unos días 2 servidores estaban en un restaurante de Reforma, uno de ellos estuvo 40 minutos esperando por una mesa; el otro, una mujer, que trabaja en Energía, recibió la misma “atención”. Y eso que su ámbito de trabajo se da principalmente en el Distrito Federal.
Ubaldo Díaz, “Escenario Político”, Crónica, 27 de noviembre.
Otra que no sale bien librada es Josefina Vázquez Mota, al igual que Beatriz Zavala. La primera apenas puede lidiar con el SNTE y la segunda viaja por todo el país, pero con resultados bastante magros.
Ubaldo Díaz, “Escenario Político”, Crónica, 27 de noviembre.
Para sorpresa de los más, las “adormecidas” versiones de cambios en el gabinete presidencial se reactivaron esta semana, siendo ahora la novedad el presumiblemente inminente relevo de la actual titular de Desarrollo Social, la yucateca Beatriz Zavala, por su coterráneo ex gobernador Patricio Patrón Laviada. Ello, obviamente, más los ya publicitados movimientos en Pemex, Gobernación, Educación, la PGR…
Enrique Aranda Pedroza, “De naturaleza política”, Excélsior, 28 de noviembre.
Con respecto a su equipo de trabajo, quedó claro que la conformación del gabinete le sirvió a Felipe para pagar facturas. Su gente de confianza, apenas media docena de personas, despachan con él en Los Pinos, con la excepción de Germán Martínez que se va al PAN. Es probable que los integrantes del gabinete sean personas capacitadas, eficientes y patriotas, pero lo cierto es que a pesar de que tienen a su cargo áreas vitales del quehacer nacional, muy pocos ciudadanos los identifican, saben sus nombres, y mucho menos tienen elementos para valorar su actuación. Se entiende que el Presidente no quiera repetir el desorden del equipo de Vicente Fox, que era una feria de equivocaciones, pero mantenerlos por meses con un perfil tan bajo es un obstáculo para apreciar la obra de gobierno.
Juan Manuel Asai, “Códice”, Crónica, 29 de noviembre.
Que trascendió que quien se estará despidiendo hoy del gabinete, en el desayuno austero a que invita el presidente Calderón para celebrar su primer año al frente del gobierno federal, es Genaro García Luna, secretario de Seguridad Pública.
Se iría el lunes. ¿Será?
“Trascendió”, Milenio, 1º de diciembre.
Mientras Vicente Fox se deshacía en halagos para sus secretarios, el presidente Calderón les da instrucciones en público y, en ocasiones, les lee la cartilla. Y con sus aliados sigue aquella consigna que los padres dan a sus hijos varones en asuntos conyugales, “ni todo el amor ni todo el dinero”. Ejemplo: conserva una estrecha relación con Elba Esther Gordillo, pero cuida que los reflectores del asunto educativo sean de luz tenue.
Es un mando que ha llevado las riendas en las reformas legislativas, con el éxito de haber superado la parálisis del último decenio. Un mando que pronto tendrá recuperada la dirigencia del PAN. Un mando que no ventila sus estrategias políticas ni sus pactos, que ha encarecido el recurso de la entrevista en los medios, no necesita de intermediarios para limar asperezas con sus críticos y adversarios y puede enviarle una carta al escritor Fernando del Paso —confeso seguidor de Andrés Manuel López Obrador—, preparando así el terreno de un encuentro público terso, pero que igualmente suspende una gira a Estados Unidos al advertir riesgos en su investidura ante probables reclamaciones de las comunidades migrantes.
Ivonne Melgar, “Retrovisor”, Excélsior, 1º de diciembre.
A esa preocupación que debe tener el Primer Mandatario se suma el hecho de que gran parte de su gabinete está siendo reprobada por la opinión pública en cuanto a su desempeño. La semana pasada varias encuestas, entre ellas la de BGC, Ulises Beltrán y Asociados, demostraron que los menos conocidos tanto por su trabajo como por su imagen son Eduardo Sojo, secretario de Economía; Juan Elvira, secretario de Medio Ambiente; Luis Téllez, secretario de Comunicaciones y Transportes; Georgina Kessel, secretaria de Energía, y Javier Lozano, secretario del Trabajo y Previsión Social. La calificación promedio que la gente les otorgó fue de un reprobatorio cinco, número que, como todo el mundo sabe, no es el más esperado en las boletas de las calificaciones.
Georgina Howard, Crónica, 3 de diciembre.
Debe elegir, dice el ex mandatario español, adecuadamente a sus colaboradores y saber conformar y coordinar equipos. Y saber, agrega, tomar las decisiones de reemplazos a tiempo. No hay una crisis de gabinete, pero uno de los mayores aciertos de Calderón en campaña, cuando algo no funcionó, fue hacer cambios y anunciarlo explícitamente. Al finalizar este primer año, el Presidente podría hacer cambios en sus equipos. Dicen en Los Pinos que esa no es una prioridad y que en todo caso se tratará de cambios menores, pero también es verdad que no todo el gabinete funciona a la misma velocidad, no todos trabajan con los mismos objetivos, no todos cumplen adecuadamente las responsabilidades que se les han encomendado. No todos protegen al Presidente, para que éste no termine siendo una suerte de pararrayos de todos los conflictos.
Para eso, sigue Felipe González, se debe tener claro el rumbo y saber lo que se quiere, porque todos notarán si quien está a la cabeza sabe lo que quiere. De lo contrario, agrega, no sólo habrá confusión, sino que se volverá imposible ejercer liderazgo alguno. Precisamente por eso debería haber cambios, ajustes, rectificaciones y ratificaciones, con el fin de establecer mucho más claramente el rumbo y para terminar de conformar un equipo que tenga claro ese rumbo y acompañe al mandatario en el mismo. Hoy parece ser así para el Presidente, sin embargo, no siempre para todo el gabinete.
Y resulta muy importante porque, después de este año de transición, el Presidente puede marcar, con todas las limitaciones de nuestro sistema político y los precarios equilibrios existentes, un rumbo más claro en muchos ámbitos, con una convocatoria más amplia. Por lo pronto, ha avanzado en un capítulo clave: tendrá una dirigencia en su partido que va a trabajar a su lado y no será un obstáculo más a su labor. Pero falta mucho más.
Jorge Fernández Menéndez, “Razones”; Excélsior, 3 de diciembre.
Comienzan a correr rumores, hasta cierto punto obvios, en torno a que podría haber cambios en el gabinete de Felipe Calderón. Hay quienes dicen, por ejemplo, que Ernesto Cordero podría dejar la subsecretaría de la Secretaría de Hacienda para hacerse cargo de alguna secretaría de Estado. Como sea, estos son tiempos en que se revive la posibilidad de cambio y las especulaciones están a la orden del día
David Páramo, “Personajes de renombre”, Excélsior, 3 de diciembre.
Y tenemos un clásico ejemplo de cómo las actitudes del Gymboree de Los Pinos ya tienen hasta la madre a varios. Al jefe de la oficina whatever de la presidencia (todo con minúsculas) ya lo bautizaron como Juan Mamilo (jajajajaja... perdón, es lunes), quizá porque no lo aguantan ni en los antros que frecuenta (con excesos y sin medida) y, como de tal palo tal astilla, la suerte no parece querer celebrar con esta bola de improvisados en el poder. ¿Por qué?
Marcela Gómez Zalce, “A puerta cerrada”, Milenio, 3 de diciembre.
Francisco Ramírez Acuña y Beatriz Zavala son los secretarios de Estado que se encuentran en el hit parade de las especulaciones de quienes se van. El secretario de Gobernación y la titular de Desarrollo Social pueden dormir esta noche tranquilos. “No tengo previsto, por el momento, cambios en las secretarias de Estado, pero tampoco los descarto…”
Francisco Garfias, “Arsenal”, Excélsior, 4 de diciembre.
El chiste se ha repetido en diversas épocas y con varios personajes. Se aplica ahora a Juan Camilo Mouriño Terrazo. Según la versión actual de aquel cuento, la gente se pregunta quién es la persona bajita de estatura, cuyo pelo escasea al mismo tiempo que el remanente se tiñe de blanco, que a menudo aparece en público al lado de Mouriño. En la conferencia de prensa que ofreció ayer, para marcar el primer aniversario de su gobierno, el presidente Felipe Calderón se hizo acompañar, para que no se dude que es su brazo derecho, de Mouriño, cuyas funciones reales van más allá de las atribuidas a la Oficina de la Presidencia. Quienes pretenden una reforma del aparato político administrativo que incluya un jefe de Gobierno o de gabinete no se han percatado que la figura existe ya y que la encarna este joven nacido en Madrid hace 36 años, miembro de una familia que en Campeche hizo la América en muy corto tiempo luego de haber salido de España justo cuando se iniciaba la vida democrática posterior a la muerte de Francisco Franco.
Miguel Ángel Granados Chapa, “Plaza Pública”, Reforma, 4 de diciembre.
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