En la parte política, el presidente Calderón ha logrado navegar con bastante éxito a pesar de las difíciles condiciones que enfrentaba. Ha recuperado la imagen pública de la Presidencia, ha mantenido una relación de respeto con el Congreso, y ha logrado la aprobación de dos reformas importantes, la del ISSSTE y la fiscal, que dan un respiro a las finanzas públicas. Logró la aprobación del paquete económico y financiero para 2008 por unanimidad, evitando abrir un nuevo pretexto para la confrontación y descalificación.
Demetrio Sodi de la Tijera, El Universal, 19 de noviembre.
Y (2), el logro, a toda costa, de una batería de reformas sin reparar en contenidos, eficacia o viabilidad. Ayer, la falaz “reforma fiscal” a cambio de una reforma electoral que vulneró la autonomía del IFE y limita derechos ciudadanos; hoy, eventual “reforma energética” a cambio del control sin cortapisas del IFE y limitación a las libertades (de expresión e información) a manos de la élite congresional (e indirectamente —no hay identidad ni homogeneidad entre el liderazgo legislativo y los dirigentes partidistas— de los tres partidos mayores). El precio a pagar por la obsesión legitimatoria del Ejecutivo raya en lo obsceno. El déficit de legitimidad gubernamental descuida la gobernabilidad e ignora las exigencias de la gobernanza. Es la piedra de toque del proceso político y también el código para descifrar a la oposición
Alan Arias Marín, Milenio, 25 de noviembre.
Calderón no ha tenido más remedio que someterse a los designios de los intereses político-electorales del PRI, el PRD y hasta del PAN, a cambio de tener una alianza que, a querer o no, le ha redituado dos reformas importantes: la del ISSSTE y la fiscal. Ha debido respaldar públicamente al Poder Legislativo, con tal de mantener esa relación, sin importarle que algunas decisiones de las cámaras atenten contra la libertad de expresión.
Martín Moreno, “Archivos del poder”, Excélsior, 29 de noviembre.
El contenido y alcance de las reformas mencionadas fueron y son motivo de controversia. A mucha gente el resultado final no le gustó, pero construir acuerdos y respetarlos no es fácil. No lo pudo hacer Vicente Fox a lo largo de su sexenio, por ejemplo. Supone desarrollar una negociación en la que nadie gana todo, ni tampoco hay un perdedor absoluto, mantener discreción durante el proceso y no repicar las campanas antes de tiempo. Felipe ha tenido la disposición de ceder algo a cambio de llegar al final del camino y no quedarse a la mitad, lo que constituye un mérito que no se puede regatear. Las reformas ahí están.
Juan Manuel Asai, “Códice”, Crónica, 29 de noviembre.
El Presidente también logró la aprobación por el Congreso de la Unión de una reforma fiscal. A cambio de ella, el Presidente otorgó su respaldo -o por lo menos se abstuvo de detener- a una reforma electoral que ahora se está concluyendo con la redacción del nuevo Cofipe. El primer presupuesto del Presidente, el de 2008, fue también aceptado por los legisladores de todos los partidos.
Sergio Sarmiento, “Jaque mate”, Reforma, 30 de noviembre.
Desde aquella incertidumbre, Calderón se levantó para ir construyendo la legitimación de su mandato.
Y en ese quehacer, donde está pendiente la gran operación de reconciliación nacional, logró los primeros acuerdos parlamentarios en diez años que permitieron las más importantes de las reformas: la del ISSSTE y la fiscal, que se redujo al ejercicio real de obtener lo posible dentro de lo deseable, la mejor reforma es la posible; además, pudo anotar en la agenda nacional las pendientes como la laboral y, sobre todo, la energética.
Joaquín López Dóriga, “En privado”, Milenio, 30 de noviembre.
El que el presidente Calderón haya podido gobernar no significa, sin embargo, que todo lo haya hecho bien. La Ley del ISSSTE es un triunfo importante para el país: una medida que habrá de perdurar al volver viable en el largo plazo no sólo al ISSSTE sino al mismo Estado mexicano, que si no habría sido aplastado por el peso de unas pensiones impagables. Pero otras medidas impulsadas por el Presidente son cuando menos cuestionables.
La lucha contra el narco debe darse; el Estado mexicano no puede rehuirla. Pero debemos estar conscientes de que se trata de una guerra en la que no puede haber victoria. Involucrar al Ejército en una lucha en la que el triunfo es imposible tiene riesgos enormes, de los que el propio Presidente ha señalado estar consciente.
Sergio Sarmiento, “Jaque mate”, Reforma, 30 de noviembre.
Con un estilo personal de gobernar radicalmente distinto al de su antecesor, Calderón consiguió, en este primer año de gestión, reducir significativamente el nivel de tensión política y establecer canales de comunicación destruidos por la retórica foxista. Una reforma fiscal acotada, la obtención de una nueva Ley del ISSSTE, así como modificaciones importantes en la legislación electoral terminaron con la inercia paralizante del foxismo. De igual manera, la recuperación del liderazgo partidario panista por parte de Calderón rompió con una estructura perversa en donde la oposición al primer mandatario era más fuerte dentro del PAN, que frente a otros partidos políticos. El relevo de Manuel Espino y la llegada de Germán Martínez permiten prever un cambio de estrategia para el próximo año.
Ezra Shabot, Reforma, 30 de noviembre.
In: Los talentos políticos para sacar adelante las reformas hacendaria y al ISSSTE, además del próximo Presupuesto.
Out: Que haya dado, a cambio de esas reformas, la seudorreforma electoral, la cabeza de Luis Carlos Ugalde y la puerta a la censura para los partidos.
Yuriria Sierra, “Nudo gordiano”, Excélsior, 30 de noviembre.
La reforma fiscal es, a mi juicio, decepcionante. En lugar de tener una ley que simplifique, que aumente la competitividad de nuestras empresas, que genere empleos y que combata la informalidad, tenemos una que hace más complejo el sistema fiscal, que cobra más a las empresas formales, que castiga la creación de empleos y que hace poco en contra de la informalidad. Lo peor de todo es que para obtener el respaldo del PRI a esta insatisfactoria reforma, el Presidente hizo que el PAN aceptara una reforma electoral que representa un retroceso enorme en la democracia de nuestro país. De hecho, la destitución sumaria de los consejeros del IFE por esta reforma representa un cuestionamiento a la legitimidad de la elección del propio Presidente.
El primer año de gobierno de Calderón ha sido decepcionante en materia de crecimiento económico, aunque ha registrado un aumento sorprendentemente alto en el número de empleos formales registrados en el IMSS.
Sergio Sarmiento, “Jaque mate”, Reforma, 30 de noviembre.
Es indudable que ahora sí los políticos han ejercido sus oficios, aunque han sido severamente reprendidos. Lo han hecho en circunstancias muy complejas y difíciles para permitir la toma de decisiones colectivas. Esto es: han permitido la gobernabilidad. La construcción de espacios para la negociación dentro de los partidos políticos debe reconocerse, tanto en el PAN para apoyar al Presidente de la República como en el PRD para mostrar que también hay mentes y voces dispuestas a transitar con y por las instituciones.
De otra forma no podría explicarse lo que durante esta administración se ha logrado en su interacción con el Congreso de la Unión: la aprobación prácticamente por unanimidad del Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) de 2007; la aprobación por una amplia mayoría calificada de la nueva Ley del ISSSTE; la reforma tributaria que no sólo introduce dos nuevos impuestos, el IETU y el de depósitos en efectivo para marcar una lucha abierta contra la informalidad y la evasión fiscal, sino que aportó recursos adicionales para ampliar, aunque de manera modesta, el margen de maniobra del Estado mexicano, con la aprobación casi por unanimidad de un PEF contracíclico para 2008. El nivel de la inversión en infraestructura será histórico. Tampoco puede menospreciarse la reforma electoral
Jorge Chávez Presa, El Universal, 1º de diciembre.
La gran sorpresa del primer año de Calderón fue, sin duda, la reforma del sistema de pensiones del ISSSTE. Después del impasse de la segunda mitad de la administración de Zedillo y del sexenio de Vicente Fox, la vía de los acuerdos parecía bloqueada. Más aún, cuando en el Congreso se reproduce el esquema tripartidista, pero con el PRD como segunda fuerza. El mérito y el contexto de la reforma no es responsabilidad exclusiva del gobierno federal. Las reformas posteriores y los tomas y dacas entre panistas y priistas lo confirman claramente. Sin embargo, es un hecho que Felipe Calderón ha tenido más oficio y capacidad que Vicente Fox. Las negociaciones con el sindicato de maestros y con el sindicato del ISSSTE son un claro ejemplo. Sin su anuencia la reforma del sistema de pensiones jamás habría pasado. El cabildeo del presidente de la República jugó al respecto un papel muy importante.
Jaime Sánchez Susarrey, Reforma, 1º de diciembre.
Lo que antes se hubiera pensado imposible ahora sí ha tenido viabilidad. Se ha condicionado dicha viabilidad, pero las partes han cedido. No es lo deseable, pero sí lo que es posible dadas las restricciones. De ninguna forma se han alcanzado las reformas ideales, como tampoco se han aprobado los cambios necesarios para avanzar a una mayor velocidad en el desarrollo económico arropado por una tasa más alta de crecimiento y una creación más dinámica y extendida de empleos con mejores remuneraciones en la apertura de nuevos centros de trabajo impulsados por la inversión privada
Jorge Chávez Presa, El Universal, 1º de diciembre.
De la reforma fiscal no se puede decir lo mismo. Sus insuficiencias son evidentes: no simplifica los trámites, le carga la mano a los contribuyentes cautivos, no combate efectivamente la elusión ni la evasión fiscal y tampoco promueve la competitividad ni la creación de empleos. Se dirá, sin embargo, que es eso es mejor que nada, toda vez que el incremento en la recaudación es una realidad. Lo posible, ya se sabe, no es idéntico a lo deseable. El fondo del problema, en este caso, está en otra parte. Los priistas ataron la reforma fiscal a la electoral. Ésa fue la transacción que se le propuso al presidente de la República. Felipe Calderón aceptó. Su cálculo fue doble: por una parte, el costo de que se abortara la reforma fiscal le pareció inaceptable; por otra parte, no consideró demasiado onerosa la decapitación de los nueve consejeros del IFE.
Jaime Sánchez Susarrey, Reforma, 1º de diciembre.
También, esta política abierta al diálogo sirvió de base para el logro de acuerdos con fuerzas políticas distintas a las de su partido, y posibilitó arribar a dos de las reformas pendientes más importantes —la reforma fiscal y la reforma electoral—, y es previsible que continuará en esta línea en tanto permanezcan en el tintero reformas como la energética, judicial, laboral o educativa, que necesariamente requerirán acuerdos y trabajo en equipo con el Congreso.
Sin embargo, un sector del PAN considera que para la oposición hay diálogo y acuerdo, y que para ellos distancia y disciplina, ¿será?
Manuel Gómez Granados, Crónica, 2 de diciembre.
¿Qué se ha hecho? Lo único digno de mención, por apuntar en la dirección correcta, es la reforma del ISSSTE, con la sustitución del sistema de reparto por el de cuentas individualizadas, todo ello a favor de la libertad individual y la propiedad privada. ¿Y la reforma fiscal, no es digna de mención? ¿No es una de las reformas estructurales que tanto necesitamos para apuntalar la economía? No: la reforma fiscal no pasa de ser un aumento de impuestos, con la intención de que el gobierno gaste mejor, y entre un incremento de impuestos y la reforma fiscal correcta hay diferencias esenciales que, hasta ahora, han sido insuperables.
Arturo Damm Arnal, “Pesos y contrapesos”, Crónica, 3 de diciembre.
Con la aprobación de estos proyectos, Calderón rompió con más de una década de desacuerdos entre el Ejecutivo y el Legislativo, aunque para ello tuvo que inaugurar la etapa de cogobierno con el Congreso, en la que desempeña un papel preponderante el PRI, o mejor dicho, los líderes parlamentarios del tricolor, especialmente el del Senado, Manlio Fabio Beltrones, quien es el eje de los acuerdos con el PAN y hasta con el PRD.
Resultante de esas negociaciones partidistas con el Ejecutivo, fue que se pusiera en la misma balanza a las reformas fiscal y electoral, lo que finalmente dio por resultado una pobre miscélanea recaudatoria y dio luz verde para que le cortaran la cabeza a Luis Carlos Ugalde y al resto de los consejeros del Instituto Federal Electoral (IFE), decisiones que además de controvertidas, pueden significar un retroceso democrático
No obstante ello, Calderón parece decidido a mantener el esquema de cogobierno con el Congreso, pero ahora desde una posición de fuerza personal, por lo que ordenó a Germán Martínez que renunciara a la titularidad de la Secretaría de la Función Pública y se postulara como seguro candidato ganador a la dirigencia nacional del PAN.
Este movimiento político del jefe del Poder Ejecutivo luce tan regresivo como sujetar la autonomía del IFE a la supervisión del Congreso, sobre todo porque imponer desde Los Pinos al futuro líder panista representa un retorno al esquema de partido de Estado, mismo que permitió durante más de 70 años el autoritarismo priista.
Alejandro Ramos Esquivel, “Redes de poder”, El Financiero, 3 de diciembre.
Si existen resultados tangibles a un año de iniciado el gobierno de Felipe Calderón —reformas al ISSSTE, fiscal y electoral—, es precisamente gracias a que las fuerzas opositoras representadas en el Congreso encontraron en la nueva administración los espacios para el ejercicio de la política, que en términos pragmáticos no es otra cosa que la aceptación colectiva, del sistema de partidos políticos, para modificar los mecanismos de competencia y acceso al poder.
Eso que eufemísticamente se nos pretende vender como “las grandes reformas alcanzadas en el primer año” del gobierno de Felipe Calderón, en realidad debe ser visto como un reflejo básico de sobrevivencia de un naciente régimen que, en efecto, arrancó en medio de “momentos difíciles y de gran incertidumbre”, en los que peligraba la vida institucional de la República —como lo reconoció Calderón— y en donde el gobierno mostró habilidad, talante y talento para ceder posiciones y espacios de poder, a cambio de ganar gobernabilidad, que no es otra cosa que el consenso de la sociedad en general, y de los opositores en particular
Ricardo Alemán, “Itinerario Político”, El Universal, 3 de diciembre.
Hay otros referentes de acciones de mediano y largo plazo que la opinión pública tiende a olvidar. Se trata justo del tipo de acciones que necesitamos, a veces impopulares pero de fondo. Calderón ya sacó la reforma de pensiones del ISSSTE; la del IMSS en tercera vuelta (la primera -pensiones de asegurados- se la aventó Zedillo con Genaro Borrego al crear las afores, la segunda Santiago Levy con Fox). Con esas dos reformas las finanzas públicas están mucho más sanas. Para ponerlo en perspectiva: sólo el ISSSTE equivalía a tres veces el Fobaproa. Además Calderón sacó una reforma fiscal que suma alrededor de 2.5 puntos porcentuales del PIB a la recaudación. Si a ello se agregan los recursos que se retornan a Pemex, alrededor de 3 mil millones de dólares, el resultado no es despreciable. Los operativos contra el narco que han recuperado control sobre el territorio entrarían en este rubro: sus efectos son de largo plazo, con resultados hasta ahora positivos.
Me hago la pregunta a mí mismo: ¿ha sido positivo el primer año, sí o no? Los datos no dejan margen, por supuesto que sí. Pero, ¡qué trabajo nos cuesta admitir los logros ajenos, incluso cuando son de beneficio general! Los cangrejos de nuevo en plena acción.
Federico Reyes Heroles, Reforma, 4 de diciembre.
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