Televisión educativa contra marginación mediática

Fiel al estilo que ha manejado en su amplia bibliografía, en donde la erudición convive con ejemplos extraídos de la cultura popular, el catedrático catalán Roman Gubern aseguró ayer que la televisión, más que un mueble electrodoméstico o un medio de comunicación, es “un púlpito que se disfraza de ventana, o una ventana que esconde un púlpito”.

Al ofrecer una conferencia magistral en la Muestra Iberoamericana de Televisión y Video Educativo, Científico y Cultural 2007, el catedrático de la Universidad Autónoma de Barcelona destacó que la televisión comercial es “un chicle para los ojos, que masticamos con las pestañas”, que se difunde en todo el planeta, a diferencia de la televisión educativa, que se dirige a una audiencia especializada, a niños “que no aprenden a leer críticamente la imagen que ven en televisión”.

Ante el público del Centro Nacional de las Artes precisó que la televisión educativa “se inventó para combatir la marginación mediática”. Su objetivo es “reestablecer la igualdad democrática de oportunidades pedagógicas”. En este contexto, la pantalla se convierte en una pizarra electrónica y dinámica, que en el mejor de los casos tendría que volverse invisible para que parezca “que el maestro está en vivo con los alumnos”.

A la televisión educativa le ha tocado nacer y vivir en la que Gubern llamó la sociedad de las cinco pantallas: la de cine, televisión, computadora, celular y videojuegos. Pantallas que, aseveró, están interconectadas y dio como ejemplos a Harry Potter, que nació en el papel, pasó al cine, a la TV y luego a los videojuegos, o bien Lara Croft, que nació en los videojuegos y llegó al cine interpretada por la actriz Angelina Jolie.

Como un riesgo latente de sicosis calificó la cada vez más endeble barrera entre lo real y lo virtual. Señaló —parafraseando a Jean Baudrillard—, que la realidad virtual había cometido el crimen perfecto pues había matado a la realidad y no había dejado huellas.

A una pregunta del auditorio sobre el equilibrio entre la palabra y la imagen, el autor de El eros electrónico respondió que “el logos es el fundamento del ikonos. No se puede hacer una versión en imágenes de La crítica de la razón pura, de Emmanuel Kant, pero tampoco se podrá describir con palabras el rostro de Greta Garbo”.

Gubern invitó a los pedagogos y comunicadores a “dirigirse a los jóvenes en el lenguaje que ellos entienden. Hay que estar atentos a la complejidad del mundo para poder lidiar con los retos de la sociedad”.

Este especialista en el estudio de las imágenes, impartió la conferencia magistral “La pizarra dinámica en la teleaula”; la charla, que formó parte de la muestra, se enfocó al papel de la televisión en los procesos de enseñanza.

Educa, pero no hace milagros

Tras enterarse de que México ocupa el último lugar en educación entre los 30 estados que integran la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), Gubern aseguró que “es un imperativo civil de la sociedad moderna educar a sus niños y niñas.”

El teórico precisó que “a la televisión educativa no se le pueden pedir milagros, pero puede contribuir a resolver los problemas, a mejorar algo que exige ser mejorado”.

Ayer la OCDE dio a conocer los resultados de su evaluación PISA 2006. Ahí se destacó que entre los alumnos finlandeses de 15 años (los mejor posicionados), con 563 puntos, y los mexicanos de la misma edad (los últimos), con 410 puntos, hay una diferencia de cuatro años de formación educativa. A Gubern no le quedó más que lamentarlo “porque México es un país que quiero muchísimo y me sabe muy mal que sea así”.

Por su parte, Lidia Camacho —quien participó en otra actividad de la muestra— dijo que la noticia era triste toda vez que “la educación es parte fundamental del desarrollo de un país, pero también significa un reto. La educación a distancia es un apoyo que fortalece la educación tradicional. El modelo de televisión educativa en el país es un ejemplo para toda América Latina porque ha funcionado, pero hace falta mucho por hacer”.
Nota de Juan Solís, El Universal, 5 de diciembre.

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