Raúl Castro cumple 80 años con dos grandes retos: relevo de dirigentes y reforma económica

La Habana, 2 de junio. Raúl Castro cumple 80 años este viernes con un apretado calendario en el horizonte y enfrentado a la interrogante de cómo traducir a la realidad el tiempo justo que se requiere para ejecutar la reforma que está impulsando.

El tiempo se ha vuelto una variable decisiva para la dirigencia que encabeza Castro y que no tiene relevo a la vista, según reconoció el propio mandatario, en el sexto congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC), en abril pasado.

Promover a la generación que tomará el mando y ejecutar la reforma son las tareas que despuntan en la agenda del presidente cubano para los próximos años.

Sin embargo, él mismo definió en el congreso cuál será el esfuerzo más arduo: “Lo primero que estamos obligados a modificar en la vida del partido es la mentalidad, que como barrera sicológica, según mi opinión, es lo que más trabajo nos llevará superar, al estar atada durante largos años a los mismos dogmas y criterios obsoletos”.

Conferencia, elecciones y reforma
En enero de 2012 se realizará la conferencia nacional del PCC, convocada para sacudir el burocratismo de la organización, reformar sus estatutos, reubicarla dentro del sistema y consumar un nuevo ajuste de nombres en la cúpula.

A finales de ese año tendrá que decidirse la integración de la planilla única de candidatos al parlamento que sería elegido en 2013. De ese órgano saldrá un nuevo Consejo de Estado, cuyo presidente será jefe de Estado y de gobierno.

Apuntando a la necesidad de formar un relevo, Raúl anunció en el congreso que promoverá la eliminación de los mandatos vitalicios, para fijar un máximo de dos periodos consecutivos de cinco años en los cargos de primer nivel.

Sin embargo, ya el tiempo pasó la factura. El mismo Raúl, en caso de relegirse, estaría iniciando su segundo periodo casi con 82 años. El Politburó que lo acompaña tiene un promedio de edad de 67 y el segundo al mando es el también octogenario José Ramón Machado Ventura.

Cuando en el congreso hablaba de la dirigencia recién electa, Castro reconoció que ese equipo “no es lo perfecto”, pero “es lo que podemos hacer por ahora”.

Raúl tiene sobre sus hombros, además, el peso de la reforma, que él mismo calculó para un periodo mínimo de cinco años, es decir, entre 2011 y 2015.

En el centro de su programa, el líder cubano tiene la meta de hacer efectiva la vida de las instituciones, eliminar el control político vertical de la economía y delimitar, en consecuencia, los campos de acción de las empresas, el gobierno y el PCC.

En el congreso partidista, Castro definió el ritmo de este proceso: “No podemos admitir improvisaciones ni apresuramientos. Para descentralizar y cambiar la mentalidad, es requisito obligado elaborar el marco regulatorio que defina con claridad las facultades y funciones de cada eslabón, desde la nación a la base”.

La tarea incluirá la armonización de “cientos” de normas jurídicas de distintos niveles, advirtió Raúl, hasta culminar en una reforma constitucional.

Calendario incalculable
En el corto plazo está pendiente la reglamentación y entrada en vigor de decisiones ya confirmadas: la ampliación del límite de tierras que se pueden entregar en usufructo (ahora de 13.42 hectáreas para los no propietarios) y la apertura del mercado inmobiliario y de vehículos.

La suerte de estas medidas da una idea del ritmo político de la isla: se anunciaron en el congreso de abril y hasta hoy no había señales de su entrada en vigor.

Otro caso es el de los despidos masivos, una decisión que se formalizó públicamente en septiembre de 2010 y cuyo calendario inicial sugería que más de medio millón de empleados serían cesados a más tardar en marzo pasado.

El plan se alargó en la práctica. En el congreso Castro dijo que la decisión se aplicará “sin prisas pero sin pausas y su ritmo estará determinado por nuestra capacidad de ir creando las condiciones requeridas para su total despliegue”.

Según informes disponibles, algunos puntos pendientes son materia de intensa discusión, como la libreta de racionamiento alimentario y el monopolio de comercio agrícola, respecto a los cuales hay toda la gama posible de opiniones: desde endurecer el control hasta desaparecerlo por completo.

La solución de esos asuntos, igual que la pervivencia de un doble mercado monetario, dependen de un entorno de equilibrios macroeconómicos de difícil pronóstico en el calendario.

Pero esos son sólo los temas más agitados en la discusión. La hoja de ruta de la reforma es un cuadernillo de 38 páginas, con 313 lineamientos de política económica y social, cada uno de los cuales puede abrir un horizonte de tiempo incalculable.

En broma, como suele hacer, Raúl recordó hoy su aniversario. Fue en el aeropuerto internacional, donde acudió a despedir al ex presidente brasileño Luiz Inacio Lula da Silva, quien hizo una visita de dos días a La Habana, en la que también se entrevistó con Fidel Castro.

“Es una lástima que no me pueda retirar ya, cumpliendo lo que se acordó en el congreso”, dijo el mandatario cubano ante un grupo de periodistas y aseguró que la ejecución de la reforma es un proceso “duro”.

Pero en el breve comentario predominó el tono ligero. Dijo que celebrará el viernes en familia y remató: “¿Cuántos viejos de 60 años hay por ahí que no están como yo?”

El miércoles Raúl visitó con Lula las obras de modernización del puerto de Mariel (noroccidente), que realiza una empresa mixta cubano-brasileña, con crédito del país sudamericano.

Gerardo Arreola, La Jornada, 3 de junio.

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