Aunque el voto electrónico se usa de manera común en la Unión Europea desde hace 20 años, en México todavía hay partidos que se niegan a aceptar esta modalidad pese a que las pruebas de efectividad y beneficios son contundentes, aseguró Julio Téllez Valdés, académico del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM.
Aunque el voto electrónico se usa de manera común en la Unión Europea desde hace 20 años, en México todavía hay partidos que se niegan a aceptar esta modalidad pese a que las pruebas de efectividad y beneficios son contundentes, aseguró Julio Téllez Valdés, académico del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM.
Entre los principales detractores del empleo del voto electrónico figuran los partidos, pero el uso de estas máquinas evitaría la posibilidad de manipular los resultados con dispositivos técnicos, afirmó el especialista.
Tampoco las autoridades electorales federales y estatales han mostrado un verdadero interés por aplicar esta tecnología, lo cual es “lamentable” en virtud de que desconocen su verdadero potencial.
Algunos institutos electorales, como los de San Luis Potosí y el Distrito Federal, han tratado de aplicarlos a modo de prueba, pero aún no han podido establecerlos de manera definitiva.
Aunque el principal beneficio radica en la disminución de los costos de las elecciones, pese a su inversión inicial. Con el uso de la tecnología se tendría un ahorro ecológico sustancial, pues se terminaría con la impresión de millones de boletas, aseguró el investigador de la UNAM.
Aunque el voto electrónico se usa de manera común en la Unión Europea desde hace 20 años, en México todavía hay partidos que se niegan a aceptar esta modalidad pese a que las pruebas de efectividad y beneficios son contundentes, aseguró Julio Téllez Valdés, académico del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM.
Entre los principales detractores del empleo del voto electrónico figuran los partidos, pero el uso de estas máquinas evitaría la posibilidad de manipular los resultados con dispositivos técnicos, afirmó el especialista.
Tampoco las autoridades electorales federales y estatales han mostrado un verdadero interés por aplicar esta tecnología, lo cual es “lamentable” en virtud de que desconocen su verdadero potencial.
Algunos institutos electorales, como los de San Luis Potosí y el Distrito Federal, han tratado de aplicarlos a modo de prueba, pero aún no han podido establecerlos de manera definitiva.
Aunque el principal beneficio radica en la disminución de los costos de las elecciones, pese a su inversión inicial. Con el uso de la tecnología se tendría un ahorro ecológico sustancial, pues se terminaría con la impresión de millones de boletas, aseguró el investigador de la UNAM.
Nayeli Roldán, Milenio, 22 de diciembre.
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