Carlos Aguiar Retes, presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), sugirió diseñar mecanismos legales para que narcotraficantes arrepentidos realicen labores de inteligencia contra el crimen organizado.
Aseguró que entre los criminales que acuden a la Iglesia para confesar sus pecados hay personas dispuestas a convertirse, las cuales podrían servir como "contraespías" en la guerra contra el narco.
"El narcotraficante es un ser humano. Hay posibilidades reales de cambio, de conversión, de deseos de mejor salirse de ella (la mafia)", dijo.
El también Obispo de Texcoco señaló que la ley tendría que ofrecer una alternativa para los narcotraficantes arrepentidos para que realicen acciones de contraespionaje, como se hace en otros países, y lograr un combate al narco más rápido y efectivo.
Aguiar Retes puso como ejemplo a Colombia, nación que utiliza a guerrilleros que desertan de las FARC para acciones concretas, como el reciente rescate de la ex candidata presidencial Ingrid Betancourt.
"Es por allí por donde hay que imaginar. No hay que condenar y sacar la metralleta para asesinar a quienes han delinquido. De hecho, por eso la Iglesia no está con la pena de muerte, es decir, se tiene siempre la esperanza de que el ser humano es alguien que puede reconvertirse, y hay que propiciar que se den esas posibilidades", expresó.
El presidente de la CEM admitió que la Iglesia católica no le niega la confesión a narcotraficantes, lo que puede generar una relación a nivel local entre sacerdotes y personas dedicadas a esta actividad, pero aseguró que en todos los casos se les aclara que el sacramento no los exime de rendir cuentas ante la justicia.
"Nadie se acerca diciendo 'Yo soy narcotraficante'. Sí se acercan, sí hay una relación, pero no en los términos de 'Padre, yo soy narcotraficante; perdone mis pecados'.
"Por el hecho de que yo a una persona le diga que Dios le perdona sus pecados, no queda eximida de dar cuentas a la justicia. Eso es muy importante porque a veces se piensa que con nuestras declaraciones estamos queriendo absolver a quien ha cometido gravísimos delitos, y eso no es así", agregó.
Aguiar dijo que el Gobierno ha pedido la colaboración de la Iglesia en la guerra contra el narcotráfico y que la ayuda se ha brindado sobre todo, según él, en favorecer la reconstrucción del tejido social y la recuperación de la confianza ciudadana en sus instituciones.
Atribuyó la ola de violencia ligada al narcotráfico y al secuestro a una pérdida de valores en la sociedad y admitió que, en ese terreno, la Iglesia se ha quedado corta para influir en las nuevas generaciones y propiciar una mejor conducta social.
Añadió que México carece de un sistema de procuración de justicia confiable que facilite la denuncia en contra del crimen organizado.
Ernesto Núñez, Reforma, 21 de diciembre.
Aseguró que entre los criminales que acuden a la Iglesia para confesar sus pecados hay personas dispuestas a convertirse, las cuales podrían servir como "contraespías" en la guerra contra el narco.
"El narcotraficante es un ser humano. Hay posibilidades reales de cambio, de conversión, de deseos de mejor salirse de ella (la mafia)", dijo.
El también Obispo de Texcoco señaló que la ley tendría que ofrecer una alternativa para los narcotraficantes arrepentidos para que realicen acciones de contraespionaje, como se hace en otros países, y lograr un combate al narco más rápido y efectivo.
Aguiar Retes puso como ejemplo a Colombia, nación que utiliza a guerrilleros que desertan de las FARC para acciones concretas, como el reciente rescate de la ex candidata presidencial Ingrid Betancourt.
"Es por allí por donde hay que imaginar. No hay que condenar y sacar la metralleta para asesinar a quienes han delinquido. De hecho, por eso la Iglesia no está con la pena de muerte, es decir, se tiene siempre la esperanza de que el ser humano es alguien que puede reconvertirse, y hay que propiciar que se den esas posibilidades", expresó.
El presidente de la CEM admitió que la Iglesia católica no le niega la confesión a narcotraficantes, lo que puede generar una relación a nivel local entre sacerdotes y personas dedicadas a esta actividad, pero aseguró que en todos los casos se les aclara que el sacramento no los exime de rendir cuentas ante la justicia.
"Nadie se acerca diciendo 'Yo soy narcotraficante'. Sí se acercan, sí hay una relación, pero no en los términos de 'Padre, yo soy narcotraficante; perdone mis pecados'.
"Por el hecho de que yo a una persona le diga que Dios le perdona sus pecados, no queda eximida de dar cuentas a la justicia. Eso es muy importante porque a veces se piensa que con nuestras declaraciones estamos queriendo absolver a quien ha cometido gravísimos delitos, y eso no es así", agregó.
Aguiar dijo que el Gobierno ha pedido la colaboración de la Iglesia en la guerra contra el narcotráfico y que la ayuda se ha brindado sobre todo, según él, en favorecer la reconstrucción del tejido social y la recuperación de la confianza ciudadana en sus instituciones.
Atribuyó la ola de violencia ligada al narcotráfico y al secuestro a una pérdida de valores en la sociedad y admitió que, en ese terreno, la Iglesia se ha quedado corta para influir en las nuevas generaciones y propiciar una mejor conducta social.
Añadió que México carece de un sistema de procuración de justicia confiable que facilite la denuncia en contra del crimen organizado.
Ernesto Núñez, Reforma, 21 de diciembre.
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