El regreso de la Cuarta Flota

WASHINGTON.— La nueva realidad geopolítica de América Latina y las amenazas del terrorismo y el narcotráfico han sido las razones aludidas por Estados Unidos para reforzar su presencia en aguas de América Latina, con el restablecimiento de su Cuarta Flota —disuelta en 1950—, para mantener sus operaciones en zonas de desastre pero, sobre todo, para supervisar el tráfico de aeronaves, barcos y submarinos que circulan por las aguas adyacentes al golfo de México, el Caribe, Centro y Sudamérica.

La Cuarta Flota comenzará sus operaciones a partir del próximo 1 de julio y estará bajo la férula del Comando Sur de las Fuerzas Navales de Estados Unidos. Sus labores de patrullaje, en las inmediaciones del golfo de México, estarán coordinadas a través del Comando Norte y desde las divisiones tácticas de la Armada estadounidense en sus cuarteles de Mayport, Florida.

“Las operaciones se enmarcarán dentro de las que ya desarrolla el comando sur en la zona que va desde Centroamérica, El Caribe hasta América del Sur, pero coordinadas además con el Comando Norte que controla la parte norte del golfo de México”, aseguró el teniente Myer Vazquez, portavoz del Comando Sur, al confirmar el inicio de operaciones que están bajo el mando del contraalmirante Joseph Kernan, comandante actual del Comando de Tácticas Especiales de Guerra Naval.

El restablecimiento de la Cuarta Flota, creada inicialmente a principios de 1943 con la misión de interceptar submarinos enemigos en aguas del Atlántico, se enmarca dentro de la nueva apuesta de Estados Unidos por reforzar su presencia en una zona que las agencias de la lucha antinarcóticos han señalado como un importante teatro de operaciones de los carteles de la droga.

“La Cuarta Flota nos permitirá tener una mejor y más concertada respuesta a problemas derivados de los desastres ocasionados por huracanes, la lucha contra los cárteles de la droga y otro tipo de operaciones contraterroristas”, aseguró recientemente ante el Congreso el almirante James Starvidis, que supervisa los asuntos militares para Latinoamérica. “La Cuarta Flota tendrá además como misión, prevenir las oleadas de refugiados, como ya ha ocurrido en el pasado en los casos de Cuba y Haití”, aseguró.

La rehabilitación de la Cuarta Flota, que no dispondrá de naves propias, trabajará de forma similar a la quinta flota que está estacionada en el golfo Pérsico compartiendo recursos y navíos. Por el momento, un grupo de 150 efectivos ha sido asignado a esta división, que tendrá como objetivo ajustar las fuerzas navales de Estados Unidos a la nueva realidad geoestratégica de la zona.

La decisión de desplegar esta flota se produce en momentos en que naciones de América del Sur como Venezuela, Colombia, Brasil y Ecuador han aumentado sus gastos militares para responder a las tensiones de la región y proteger sus reservas petroleras.

Apenas el pasado mes de junio, el gobierno venezolano de Hugo Chávez firmó un acuerdo con Rusia para adquirir nueve submarinos, un gasto estimado entre los mil y los 2 mil millones de dólares.

En este sentido, fuentes del Pentágono aceptaron que la reactivación de la cuarta flota se justifica por este cambio en la correlación de fuerzas en la región. El contraalmirante James Stevenson, comandante del Comando Sur de las Fuerzas Navales, aseguró que el restablecimiento de la Cuarta Flota le enviará un mensaje a toda la región, no solamente a Venezuela.

La Cuarta Flota “podría aportarle más estatura a la zona y aumentar nuestra capacidad de actuar”, señaló.

Nota de J. Jaime Hernández, corresponsal, El Universal, 9 de mayo.


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