También esperan que, tras asumir el cargo el próximo 20 de enero, el nuevo inquilino de la Casa Blanca abra vías al diálogo diplomático entre Washington y La Habana, cerrado desde 1962.
La más reciente pista sobre la postura oficial cubana ante la próxima Administración de Estados Unidos, la dio el Presidente Raúl Castro el pasado lunes en Brasil.
"Hasta ahora La Habana no ha recibido mensajes del equipo de Obama. Pero, no estamos apurados. Si el señor Obama quiere discutir, discutimos. Si no quiere discutir, no se discute. Somos pequeños pero hemos demostrado que no es posible dominarnos fácilmente", aseguró el General Castro.
Otra de las voces gubernamentales que han abordado el tema es la del Canciller Felipe Pérez Roque.
"Estamos dispuestos a que un día se normalicen las relaciones entre Estados Unidos y Cuba sobre la base del respeto", dijo recientemente.
Pero según el jefe de la diplomacia isleña aun es pronto para hablar de una nueva etapa, y más aun de precisar una agenda de conversaciones o algún cambio sustancial. "Todavía están por ver los hechos prácticos. Si lo hace, sería un primer paso positivo pero sólo el comienzo, porque realmente nuestro pueblo tiene derecho a que por fin se respete su propio camino y se eliminen todas las restricciones", dijo Pérez Roque.
Cuando los cubanos reclaman respeto y el fin de las restricciones están tocando una vieja espina que llevan clavada desde 1962, cuando Washington impuso a la isla un bloqueo comercial, económico y financiero causante de 200 mil millones de dólares de pérdidas, al precio actual de la divisa de EU y según cálculos oficiales.
Pero además, al histórico bloqueo se suma el llamado "Plan Bush" que comenzó en 2003 con la creación de la "Comisión de Ayuda para una Cuba Libre", destinado a acelerar la transición en la isla hacia un modelo de democracia pluripartidista y de libre mercado, diseñado al gusto de Washington.
Entre otras medidas, este plan dispuso, en mayo de 2004, otorgar recursos a la disidencia; instalar una plataforma aérea para retransmitir hacia la isla programas de radio y TV contra el régimen; limitar las remesas familiares que cubanos residentes en EU, envían a Cuba; reducir a un viaje cada tres años las visitas de cubanos americanos a la isla así como su gasto diario de 165 dólares a 50 dólares; e impedir que empresarios puedan invertir en la isla, con fuertes multas y negaciones de visas.
El 10 de julio de 2006 fueron agregadas nuevas medidas a este plan, endureciendo aun más las sanciones, y ampliando el presupuesto para actividades opositoras a un total de 80 millones de dólares para 2007 y 2008; un dinero que según disidentes isleños no llega a su destino en Cuba.
Líderes de la Oposición interna acusan a los intermediarios del exilio de mala administración y hasta de apropiación indebida.
Pero más allá de las escuetas declaraciones oficiales, no hay señales ni expertos dispuestos a especular sobre acontecimientos por venir, de los que no se filtra información.
Académicos apuntan sólo un primer punto de una eventual agenda de diálogo: poner fin a la Ley de Ajuste Cubano de 1996, que incentiva la migración ilegal de la isla al facilitar la ciudadanía a los cubanos que pisan tierra estadounidense.
Y aunque diplomáticos acreditados dicen que a los dirigentes isleños les preocupa que Obama tome decisiones unilaterales sobre asuntos cubanos sin consultar con el Gobierno de La Habana, otros observadores consultados señalan el buen momento diplomático que vive la isla, tras su ingreso en el Grupo de Río, y el incremento de sus relaciones con países de AL, la UE, Asia y África, que además, respaldan el levantamiento del embargo.
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