El final de una época

BUENOS AIRES.— “Si hay negociación tenemos que hablar con todos, con mucha gente. Siempre que haya posibilidad de una discusión civilizada”. Eso pensaba el nuevo líder de las FARC, Alfonso Cano, en 2001, durante las conversaciones de Paz de San Vicente del Caguán, cuando una periodista de El Espectador le preguntaba si hablaría con el entonces candidato a la presidencia de Colombia, Álvaro Uribe. Aquellas condiciones para la negociación quedaron enterradas en el tiempo de una guerra que recrudeció en los últimos siete años. Tal vez sea el reemplazante de Marulanda, gracias a los gajes de su doble oficio de antropólogo y guerrillero, el que ayude a desenterrarlas.

Cada crisis trae aparejada una oportunidad. Y en medio de la peor etapa en sus 44 años de existencia, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) cuentan ahora en su cúpula con una de las personas más indicadas y preparadas que le quedan para armar las escenografía para un acuerdo humanitario primero y para un paz definitiva más tarde.

Pero para ello no basta con que Cano, y el resto de los miembros del ala política del secretariado (como Iván Márquez), estén preparados y convencidos. En esa mesa de nueve miembros está también el jefe del ala militar, Jorge Briceño (Mono Jojoy) un convencido de que lo único que vale la pena es este mundo es “el lenguaje del fierro (arma)”, y un rival interno de Cano, incluso cuando vivía Marulanda. Y también está el gobierno, que amén de sus discursos no logra convencer a la comunidad internacional de que prefiere una salida negociada al conflicto.

Así, los analistas evalúan las posibilidades e inconvenientes para que se abra una negociación de cualquier índole. Mientras Alfredo Rangel, sostiene que “las FARC se encuentran en una etapa de máximo debilitamiento”, el ex comandante en jefe del Ejército, general Manuel Bonett, asegura que, desde el punto de vista militar “nada cambia”. En algo todos coinciden: “Con Marulanda se acabó una época”, no sólo para las FARC sino para el conflicto que azota a Colombia desde hace más de cuatro décadas.

Quienes ocupan el nuevo secretariado deben analizar los efectos nefastos para el país y para sus filas que trajo aparejado el cambio que comenzó en el 2002 con la ruptura de las negociaciones del Caguán y que concluyó con la muerte de Tirofijo.

En la peor crisis de las FARC, Cano tiene ante sí la disyuntiva del que debe optar entre la vida y la muerte. En su caso es entre el convencimiento de que la salida al conflicto y a los males que aquejan a la fuerza a su mando es política o ahondar en la vía militar. Del camino que adopte y de cómo lo transite se sabrá si su reconocido intelecto le alcanzó para leer este cambio de época.

José Vales, El Universal, 26 de mayo.



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