Una defensa apagada

Arrecia la tunda al proyecto de reforma petrolera, y en la cuarta ocasión de la serie, hasta los amigos le ven defectos al tema. Entonces, surge la voz del abogado del diablo, con todo un derroche de paciencia.

Fauzi Hamdan recurre a su elocuencia de medio siglo de abogado; mueve las manos con la armonía del torero en la suerte de las banderillas; invoca la inteligencia ajena, y al finalizar el uso del capote, asesta:

—¡No nos hagamos pe...lotas! El objetivo es ir a las aguas profundas ur-gen-te-men-te.

Quietos, atentos, agazapados en su silencio los oponentes al nuevo modelo de industria petrolera han escuchado. Cuánto entusiasmo expresa por el futuro de una reforma que, dice, resulta de la responsabilidad ante la nación. Hamdan está en lo suyo: negociar. Destaca lo bueno que se llevan los demás en el intercambio de voluntades; y resalta lo barato de su perspectiva:

—No hallo una diferencia entre nosotros —concluye con candor, aunque en ese patio de la casona de Xicoténcatl, durante casi tres horas, la reforma que defiende ha sido arrollada con razones jurídicas, retórica política y hasta con profesías emotivas.

Luis Javier Garrido, académico del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, tiene palabras filosas cargadas con un veneno sólo para panistas. Dice y redice que el presidente es “espurio”, que su gobierno es “de facto”, y “ustedes tienen sus compromisos políticos”, que estarán presentes a la hora de votar la reforma.

—Esto va a cambiar el rumbo de la historia —manifiesta el doctor de la Sorbona. —Hay un actor que ya está invitado y es el pueblo —sentencia.

El pánel de este debate se compone de maestros de doctores en Derecho, como Raúl Carrancá y Rivas, Sergio García Ramírez, José Elías Romero Apis, el propio Hamdan, y con expertos de nueva generación que levantan las cejas de los más célebres, al desarrollar juicios sobre qué es constitucional y hasta dónde.

Miguel Carbonell, Sergio López Ayllón y José Roldán Xopa despliegan su visión diversa. Advierten carencias en el proyecto, vaticinan que hay partes que irían directas a controversia constitucional; apuntan hacia donde hay propuestas con un pie en la inconstitucionalidad. Corteses, saludan las partes que se salvan del cesto.

Así le está yendo a la propuesta del Ejecutivo, la cual ha gozado de escasa argumentación defensiva. Carbonell explica la causa: quien descalifica tiene la obligación de probar su dicho.

Así, las horas del debate y los espacios y los tiempos en los medios periodísticos se recargan de castigos; los senadores y diputados del Frente Amplio Progresista han disfrutado este día más que los anteriores. Seis horas de ataque han sido pocas para su causa y que llevan la bravura de su fe. Hay que ver al coordinador del PRD en el Senado, Carlos Navarrete, fascinado por lo dicho.

En cambio, los panistas, cansados de coleccionar ataques, declinan replicar. El mismo abogado del diablo se ha ido, cuando falta un tercio a la faena. Sale por el portón con satisfacción perenne.

—Los reyes del amparo perdieron —había dicho Pablo Gómez a Fauzi Hamdan, fumador perpetuo de cigarro puro y príncipe del arte de entablar juicios. Ni esa derrota opaca su lustre de abogado triunfador.
Crónica de Juan Arvizu Arrioja, El Universal, 23 de mayo.

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