Endurece Cuba medidas de vigilancia policial en contra del mercado negro

La Habana, 30 de noviembre. El mercado negro “puede poner en peligro la existencia misma de la revolución” en Cuba, por lo cual la embestida policial se endureció hasta el punto de convertirse en una misión de la más alta prioridad, según un comunicado oficial difundido el domingo.

El comercio subterráneo siempre ha existido en la isla desde el triunfo de la revolución de 1959, pero repuntó con fuerza tras la crisis de la década pasada. También ha existido siempre la persecución, pero sólo en épocas ha llegado a dimensiones muy altas. Una fue la Operación Maceta de los años 90, que golpeó a un sector de comerciantes, pequeños pero ilegales. Otra es la actual, que está llegando a una especie de “tolerancia cero” en los más mínimos detalles.

“Hay una guerra sin cuartel contra las ilegalidades y el delito”, dijo un comunicado oficial sin firma, publicado por el semanario capitalino Tribuna de La Habana.

El informe no expuso por qué la venta clandestina, que ha subsistido 50 años, ahora se consideraba una amenaza para el sistema político cubano. Pero la expresión apunta a un momento de escasez extraordinaria de alimentos y materiales de construcción, con cientos de miles de personas cuyos niveles de vida ya eran bajos y fueron fuertemente agravados por los huracanes, sin que la economía pueda reaccionar rápidamente con producción ni se advierta una nueva apertura a la microempresa familiar.

El informe sólo de acciones ejecutadas en la capital en los últimos dos meses, incluye operaciones contra cien fábricas, 60 talleres y 200 casas-almacenes clandestinos.

Entre los casos citados están los de un hombre que tenía 20 pantalones de uniforme escolar, 45 paquetes de espagueti y 16 de detergente; otro con 29 bolsas de cemento; uno más con 73 paquetes de café y un cuarto con 34 libras (unos 15 kilos) de queso fundido y 13 muslos de pollo.

Más ejemplos: un detenido con media tonelada de cemento; otro con 320 tubos de pasta dental, 11 frascos de detergente y otros productos de aseo; otro con 404 huevos; uno más con mil 507 cabezas de ajo. Uno fue capturado con tres tubos de embutido de jamón, cuatro de picadillo, 10 piezas de pescado, 57 hamburguesas y 37 croquetas. Uno más, con 250 litros de gasolina.

Esta campaña arrancó en septiembre, tras el paso de los huracanes, e incluye una sistemática revisión de pasajeros en “puntos de control” policial en las carreteras. La revisión también suele realizarse en autos en las ciudades o en bolsos y mochilas de transeúntes, detenidos al azar.

En algunas zonas la descarga de mercancía en las bodegas (tiendas de barrio que venden sólo productos racionados) se realiza con vigilancia policial.

La movilización se reforzó con un exhorto del Tribunal Supremo Popular a los jueces para que consideren los agravantes que prevé la ley en caso de “calamidad pública”.

No hay datos precisos sobre el resultado de la ofensiva, pero el informe reconoció que un tercio de los detenidos han sido condenados a penas de cárcel, con cargos por especulación y acaparamiento, apropiación indebida, hurto, actividad económica ilícita y receptación (posesión de un bien de procedencia ilegal).

El hurto se castiga con una pena de hasta cinco años de cárcel; la receptación, hasta tres años.
Gerardo Arreola, La Jornada, 1 de diciembre.

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