BOGOTÁ.- Si bien ha servido para poner de nuevo bajo los reflectores el drama de los secuestrados de las FARC en Colombia, la gira por Sudamérica de Ingrid Betancourt, ex rehén de esa guerrilla, corre el riesgo de terminar siendo más simbólica que efectiva para facilitar su liberación, advierten expertos.
El pasado 29 de noviembre, Betancourt volvió a Bogotá por primera vez tras ser rescatada por el Ejército colombiano, el 2 de julio, de manos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
Procedente de París, en donde se refugió dos días después de su rescate, Betancourt se entrevistó con el Presidente Álvaro Uribe y más tarde, en una rueda de prensa en la Embajada de Francia en Bogotá, anunció el inicio de una gira que la llevaría a Ecuador, Perú, Chile, Argentina, Brasil, Bolivia y Venezuela.
"Si mi libertad puede servir para algo, que sirva para la libertad de mis compañeros", dijo entonces Betancourt a REFORMA, aunque dejó en claro que no quería asumir el papel de mediadora ni facilitadora ni vocera de las familias de los rehenes, sino agradecer a los Mandatarios de la región los esfuerzos previos por lograr su liberación.
Al día siguiente, se reunió con familiares de rehenes de las FARC.
"Le dijimos que no queríamos sólo verla en ruedas de prensa", aseguró Marleny Orjuela, presidenta de la Asociación de Familiares de Militares y Policías Retenidos por la Guerrilla (Asfamipaz).
"Ahora que había iniciado esta gira de cabildeo por Sudamérica, que también lo hiciera en todo el mundo, con todos los Presidentes que pudiera, para que nos ayudara a presionar en busca de una vía pacífica, una solución humanitaria, para el problema de los secuestrados en Colombia", abundó.
Las FARC buscan canjear un grupo de al menos 28 secuestrados, en su mayoría policías y militares, por unos 500 guerrilleros , como parte de un acuerdo humanitario.
"Nos oponemos a un rescate militar y ella estuvo de acuerdo. Dijo que iba a hablar con los Presidentes sobre una solución dialogada para los secuestrados", refirió Orjuela.
La activista asegura que Betancourt sí habló de una presión política y una solicitud por parte de los Mandatarios de la región a Uribe en favor de una solución humanitaria para los secuestrados.
"Necesitamos y esperamos que ella haya hablado por los secuestrados en su gira y siga haciendo cabildeo internacional", dijo Orjuela.
No obstante, el internacionalista Juan Carlos Flórez reconoce que el margen de maniobra de estos Mandatarios regionales es muy estrecho.
Tras el rescate de Betancourt, y alegando haber perdido la confianza incluso en los mediadores de Francia y Suiza, el Gobierno de Uribe aclaró que asumiría directamente las riendas de las gestiones para la liberación de los secuestrados.
"El margen de maniobra es muy escaso, porque la actitud de las FARC ha sido de total intransigencia, incluso de ceguera, pero el Gobierno tampoco ha creado condiciones para que esas personas regresen a la libertad", expuso Flórez.
Para el analista, la de Betancourt ha sido una gira de agradecimiento a los Mandatarios que se preocuparon por los cautivos de las FARC.
En su visita a Bolivia, Betancourt señaló que las FARC no tienen justificación para matar y secuestrar.
El pasado 29 de noviembre, Betancourt volvió a Bogotá por primera vez tras ser rescatada por el Ejército colombiano, el 2 de julio, de manos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
Procedente de París, en donde se refugió dos días después de su rescate, Betancourt se entrevistó con el Presidente Álvaro Uribe y más tarde, en una rueda de prensa en la Embajada de Francia en Bogotá, anunció el inicio de una gira que la llevaría a Ecuador, Perú, Chile, Argentina, Brasil, Bolivia y Venezuela.
"Si mi libertad puede servir para algo, que sirva para la libertad de mis compañeros", dijo entonces Betancourt a REFORMA, aunque dejó en claro que no quería asumir el papel de mediadora ni facilitadora ni vocera de las familias de los rehenes, sino agradecer a los Mandatarios de la región los esfuerzos previos por lograr su liberación.
Al día siguiente, se reunió con familiares de rehenes de las FARC.
"Le dijimos que no queríamos sólo verla en ruedas de prensa", aseguró Marleny Orjuela, presidenta de la Asociación de Familiares de Militares y Policías Retenidos por la Guerrilla (Asfamipaz).
"Ahora que había iniciado esta gira de cabildeo por Sudamérica, que también lo hiciera en todo el mundo, con todos los Presidentes que pudiera, para que nos ayudara a presionar en busca de una vía pacífica, una solución humanitaria, para el problema de los secuestrados en Colombia", abundó.
Las FARC buscan canjear un grupo de al menos 28 secuestrados, en su mayoría policías y militares, por unos 500 guerrilleros , como parte de un acuerdo humanitario.
"Nos oponemos a un rescate militar y ella estuvo de acuerdo. Dijo que iba a hablar con los Presidentes sobre una solución dialogada para los secuestrados", refirió Orjuela.
La activista asegura que Betancourt sí habló de una presión política y una solicitud por parte de los Mandatarios de la región a Uribe en favor de una solución humanitaria para los secuestrados.
"Necesitamos y esperamos que ella haya hablado por los secuestrados en su gira y siga haciendo cabildeo internacional", dijo Orjuela.
No obstante, el internacionalista Juan Carlos Flórez reconoce que el margen de maniobra de estos Mandatarios regionales es muy estrecho.
Tras el rescate de Betancourt, y alegando haber perdido la confianza incluso en los mediadores de Francia y Suiza, el Gobierno de Uribe aclaró que asumiría directamente las riendas de las gestiones para la liberación de los secuestrados.
"El margen de maniobra es muy escaso, porque la actitud de las FARC ha sido de total intransigencia, incluso de ceguera, pero el Gobierno tampoco ha creado condiciones para que esas personas regresen a la libertad", expuso Flórez.
Para el analista, la de Betancourt ha sido una gira de agradecimiento a los Mandatarios que se preocuparon por los cautivos de las FARC.
En su visita a Bolivia, Betancourt señaló que las FARC no tienen justificación para matar y secuestrar.
Octavio Pineda corresponsal, Reforma, 7 de diciembre.
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