Anuncia clero que seguirá ayuda para migrantes


TULTITLÁN, Méx.— “El obispo (Guillermo Ortiz Mondragón) no ha cerrado la Casa del Migrante, no lo hará nunca”, aseguró el padre Christian Alexander Rojas Pocasangre, encargado del albergue ubicado en la colonia Lechería, que dejó de operar esta semana.
Agregó que la Iglesia Católica no renunciará a su misión de brindar caridad y promover la justicia, por lo que seguirá al pendiente de los centroamericanos que llegan a este municipio en su paso hacia Estados Unidos.
El pasado lunes Rojas Pocasangre afirmó que recibió órdenes de la diócesis de Cuautitlán de cerrar la Casa del Migrante San Juan Diego, ubicada en calle Cerrada de la Cruz, en Lechería, luego de que vecinos del lugar clausuraron simbólicamente el albergue, abierto el 19 de enero de 2009.
El martes fueron desalojados alrededor de 60 centroamericanos que estaban en el refugio, algunos con problemas de salud, y los muebles y ropa fueron retirados.
En conferencia de prensa, Rojas Pocasangre dijo que la diócesis de Cuautitlán dialoga con el gobierno del Estado de México en torno a la inconformidad de colonos de Lechería para que continúe en esa comunidad la Casa del Migrante, por lo que no descartó que el albergue sea reubicado.
Relató que el pasado lunes pobladores de Lechería pintaron de blanco la fachada del refugio y destruyeron los señalamientos del lugar, además de que colocaron avisos de que la casa estaba cerrada y pidieron continuar su camino a los centroamericanos.
Relató que un incidente detonó el conflicto con los habitantes de Lechería, pues el sábado 7 de julio un grupo de personas distribuyó comida a migrantes en la calle Cerrada de la Cruz y los centroamericanos obstruyeron los accesos de viviendas, lo que molestó a colonos, que reclamaron tal conducta.
Dijo que la situación se salió de control y los integrantes del grupo social y los vecinos se enfrentaron violentamente, por lo que incluso intervino la policía municipal, que realizó disparos de arma de fuego al aire para separar a ambos grupos.
Rojas Pocasangre pidió a las autoridades del Estado de México investigar el incidente, pues al parecer algunos centroamericanos que participaron en el enfrentamiento están relacionados con problemas de drogas y alcohol, los cuales están “estacionados” desde hace tiempo en municipios de la zona.
El párroco afirmó que el obispo Guillermo Ortiz Mondragón no ordenó el cierre del albergue y “esperamos mejores condiciones para continuar atendiéndolos”.
Juan Manuel Barrera corresponsal, El Universal, 12 de julio.

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