La última parada de la carroza...

Llevando tras de sí a varios miles de burócratas, la carroza presidencial hizo una última parada antes de que las autoridades multaran al auriga por circular en horarios restringidos.

Antes de que mutara en calabaza, la última escala de la carroza provocó tremendo caos vial alrededor del Auditorio Nacional, donde a temprana hora de la mañana las filas que formaban cientos de hombres y mujeres hacían pensar que Luis Miguel iba a ofrecer un concierto matutino.

El convoy que acompañó a la carroza estaba integrado por decenas de autobuses de cuyas entrañas salían los burócratas que, en pleno horario laboral, atiborrarían las gradas del Auditorio Nacional como si se dispusieran a disfrutar de un espectáculo.

A destiempo, en un hecho sui géneris, el hombre que gobernaba las caballerías de la carroza se atrevió a rendir un Informe de Gobierno para presentar -y presumir- los logros de su gestión.

Arropado por la gente que lo acompaña en sus tareas de Gobierno, Felipe Calderón irrumpió en uno de los pasillos laterales del Auditorio Nacional al lado de su esposa y de sus tres hijos, iluminado el desfile de la familia por la potente luz de un reflector.

En las gradas, junto con los burócratas que en vez de sentarse frente a sus escritorios se acomodaban para presenciar un mini Informe gubernamental cuando apenas despunta la primavera, había también cientos de beneficiarios de los programas sociales del Gobierno de Calderón, que a decir del tono con el que remató su mensaje, sonaba a despedida.

Cuando apenas el Auditorio Nacional cerraba sus puertas, el mensaje que Calderón Hinojosa rendía apenas 38 horas antes de que arranquen las campañas, para adelantarse a la veda que le impedirá entregar y difundir obra pública, levantó ámpula en la dirigencia del PRI y de su candidato a la Presidencia, Enrique Peña Nieto.

 
'UN HONOR, MÁS QUE UNA CARGA'
 
"Soy un hombre que sueña con un México mejor". "Nunca me he resignado a pensar que México esté condenado al atraso". "Si sólo tuviera piedras para pelear, me enfrentaría al crimen con piedras".

Las pantallas gigantes del escenario reproducían la figura del Presidente pronunciando con vehemencia esos casi apotegmas. Calderón citó a los suyos en el Auditorio para reseñar los logros de Gobierno, encarar a los Gobiernos de antaño, lanzar ofuscadas bravatas y de paso tratar de abonar a la causa de su correligionaria Josefina Vázquez Mota.

"Si México no crece más rápido, es también porque se le han escatimado reformas fundamentales, como la laboral, que permitiría la generación de empleos de más calidad y mejor pagados". "Categóricamente afirmo que mienten quienes afirman que ha crecido la pobreza en México en este periodo..." Calderón casi insinuó que era mejor no cambiar de caballo con el asunto de la seguridad pública a la hora de afirmar que es necesario "perseverar en ese camino".

El Presidente se granjeó la mayor ovación cuando habló del honor que le representaba -"más que una carga"- el haber servido a la Patria, "que no tendré jamás forma de pagarlo".

Entre los miles que le aplaudieron sobresalía la presencia de Gustavo Madero, el dirigente nacional del PAN; de los Gobernadores de Jalisco y Morelos, Emilio González Márquez y Marco Antonio Adame; del Embajador de Estados Unidos en México, Anthony Wayne; y por supuesto, del grueso de su Gabinete.

Felipe Calderón ya se bajó de la carroza para evitar que el coche se le convierta en calabaza. Ahora hay que ver si se quedará mirando los toros desde la barrera.


Mayolo López, Reforma, 29 de marzo.

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