Están de vuelta

La última vez que la m74ilitancia del PRI festejó un triunfo presidencial en la sede de su Comité Ejecutivo Nacional, ubicado al norte de la Ciudad de México, fue hace 18 años, con Ernesto Zedillo Ponce de León.

Ayer, la cúpula del PRI y algunos miles que integran su militancia abrieron lo que parece ser irrefrenable: su regreso al poder. Pero el festejo resultó gris, pues los convocados no alcanzaron para llenar todo el espacio dispuesto para los invitados especiales en el estacionamiento del CEN tricolor.

Los preparativos en la enorme manzana ubicada entre Insurgentes, Buenavista, Ferrocarrileros y Luis Donaldo Colosio, inician el viernes, se amplían en sábado y desbordan el domingo cuando los priistas de plano toman el control de los alrededores de su sede nacional y obligan a los transeúntes a caminar en el arroyo vehicular para dar espacio a esas vallas metálicas que les permiten blindar los actos de Peña Nieto.

Los empleados van y vienen colocando precisamente esas vallas por todas partes, en tanto medios de comunicación madrugan buen lugar para sus transmisiones en vivo. Por ahí andan representantes de Al Jazzera, que desde hace algunos años no se pierden elecciones presidenciales en México.

Para el domingo, tres grandes carpas blancas son colocadas por manos rápidas en el estacionamiento del tricolor. Los empleados corren presurosos y sonrientes. Todos les decía que, al fin, después de dos desoladas elecciones presidenciales, la fiesta volvería a ellos.

"Todo fue la unidad", advierte un empleado fiel al PRI. "Lo que no tuvimos en años anteriores, ahora lo tuvimos. Por eso ganamos. Por eso ganó Peña Nieto".

En la tarde, ya con el CEN del PRI convertido en un búnker, comienzan a llegar los primeros grupos de simpatizantes, muchos con playeras rojas que incluso iban sacando de bolsas de plástico, otros con tambores. Grupos de animación auspiciados principalmente por dirigentes locales de la zona metropolitana, justamente donde la ola de Peña Nieto alcanza para colocar al PRI como segunda fuerza en la Ciudad de México.

Ellos, los invitados madrugadores, disfrutarían durante las primeras horas de la tarde la música de banda sinaloense, a cargo de Julio Preciado. "No, este güey canta las chingonas, las de las grandes bandas", dice Pedro Hernández, de Cuajimalpa, demarcación con un reposicionamiento del PRI, quien llegó acompañado por su hermano.

"Nomás de oírlas uno se siente con madreee", sonríe como aliviado mientras escuchaba las canciones, algunas vulgares.

En el PRI, el regreso no es sólo de éxitos de grandes bandas musicales, sino de la victoria al interior del partido, luego de que las casas encuestadoras, más tarde el IFE y el Presidente de México le dan la ventaja a Peña en las elecciones. En la inmensa sala de prensa, la mayoría de los reporteros celebran el avance del priista. Otros se miran casi hasta asustados. Es necesario, más tarde diría el candidato, abrir la etapa de la reconciliación.

"Ahora sí que cuando México despertó el dinosaurio todavía estaba ahí", expresa otro, parafraseando a Monterroso.

Por todas partes se ven priistas con chamarras de Peña Nieto palmeándose las espaldas, fumando. En tanto, en sus conferencias, Pedro Joaquín Coldwell, Luis Videgaray y Miguel Ángel Osorio Chong se aprecian plenos, pausados en su hablar los dos primeros.

"Ahora sí que el regreso de las grandes bandas", comenta uno de los asistentes, irónico, al referirse a la música de banda, pero también a lo que harían ahora los priistas, 12 años lejos del poder presidencial.

Ya sin música y luego de que los simpatizantes le silbaran y mentaran la madre a Andrés Manuel López Obrador, cuando éste apareció en pantallas gigantes y reconociera su desventaja, Peña Nieto pasa del Auditorio Plutarco Elías Calles al templete exterior y frente a decenas que, sin embargo, no alcanzan para llenar el sillerío ni tampoco ondean con fuerza las banderitas de México. Al fin, el último mitin.

Al término del fugaz mensaje del virtual ganador de una contienda que no estuvo exenta de denuncias de acarreos, obsequios y demás irregularidades, los organizadores sueltan en la música ambiente "Cielito lindo".

Es curioso escuchar, después de la música de banda, el estribillo "¡Ay, ay, ay, canta y no llores, porque cantando se alegran, cielito lindo, los corazones!". Quizá hasta profético.

Peña, mientras tanto, suelta besos, sonríe ante las cámaras de televisión y posa frente a los celulares. La misma imagen de los tres meses de campaña, esa misma que se podría extender.

"De mí te acuerdas: seis años más de campaña", advierte un priista, venido de un estado del norte, en tanto veía al ganador en las pantallas gigantes instaladas a los lados del templete.

Al poco, el candidato priista se va, los simpatizantes huyen y el espacio se vacía. El show ha terminado. El regreso parece irrefrenable.


Daniel de la Fuente, Reforma, 2 de junio.

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