IMAGEN PÚBLICA: ¿POR QUÉ NO TE CALLAS? 8. ESPAÑA Y EL ESPACIO LATINOAMERICANO.

Treinta comentarios, 25.42% de los 118 sistematizados, es decir un poco más de la cuarta parte, se refieren a las complejidades inherentes al espacio cultural latinoamericano, a los “bloques” que participan y a los intereses de los empresarios españoles en este escenario.

Que de indignación, rayando en ira, era el tono del análisis en las principales páginas internacionales de internet. Como ejemplo está este párrafo de Consuelo Álvarez de Toledo, editora de la agencia Infolatam, especializada en el análisis de los temas políticos de América Latina:
“Hugo Chávez confunde una cumbre de estadistas con una feria de matones. Dispuesto a imponer su permanente reelección, a cerrar los medios de comunicación que osen oponérsele, repartiendo dólares con aire de nuevorriquismo populista, se permite el hombre dar lecciones de democracia. Lo malo es que nadie levantó la voz para recordar sus atropellos. Salvo el rey, claro”.
Salvo el rey.
“Trascendió”, Milenio, 11 de noviembre.

Ojalá el monarca y Rodríguez Zapatero entiendan de una vez por todas que deben hablar de igual a igual hasta con los que se expresan, según ellos, en términos “políticamente incorrectos”. Máxime si se tiene en cuenta que algunos empresarios españoles, apoyados silenciosamente por su gobierno, alientan asonadas como la de Venezuela. Y sin olvidar el trato humillante que regularmente reciben los emigrantes latinoamericanos que recalan en la península ibérica. De ahí también el reclamo del presidente de Ecuador por la brutal agresión xenófoba sufrida por una conciudadana en el Metro de Barcelona. Claro, su homólogo colombiano Álvaro Uribe nada dijo de la golpiza que días después le propinaron en Madrid a un emigrante colombiano.
¿Estará de más exigir que Juan Carlos I de España y Rodríguez Zapatero, con todo y su talante, entiendan y asuman que la democracia es para todos y en toda su expresión?
Editorial, La Jornada, 11 de noviembre.

Chávez después declaró que a él no lo podía callar nadie y que Juan Carlos sería muy rey pero él había sido elegido en tres ocasiones con 63% de los votos. En verdad, la forma en la que se llega al poder no determina que un gobernante sea o no democrático: Hitler llegó por la vía electoral, lo mismo que Mussolini (apoyados ambos en la violencia, como ha sucedido con Chávez, y prohibiendo progresivamente a cualquier oposición, según lo ha hecho el mandatario venezolano); otros gobernantes, tan populistas como autoritarios, por ejemplo, Juan Perón o Getulio Vargas, en Argentina y Brasil, respectivamente, también llegaron al poder por la vía electoral y nada de eso los hizo más democráticos. Por su parte, el rey Juan Carlos ha hecho una contribución a la democratización de su país, para alejar definitivamente el franquismo y, con miras a la consolidación de muchas democracias en América Latina, francamente notable: nadie en su sano juicio podría calificar como antidemocrático al jefe del Estado español. Tampoco a José María Aznar, aunque se tengan profundas diferencias con él y, mucho menos, calificarlo de fascista: Aznar fue un mandatario profundamente conservador, que apostó por una alianza con EU para Irak, pero no violó ninguno de los derechos consagrados en la Constitución española ni buscó jamás un mecanismo para perpetuarse en el poder indefinidamente.
Jorge Fernández Menéndez, “Razones”, Excélsior, 12 de noviembre.

Ante el surgimiento de gobiernos latinoamericanos con propuestas económicas alternativas al Consenso de Washington y con políticas exteriores independientes, el gobierno que encabezaba José María Aznar emprendió una política de abierta injerencia para favorecer a las fuerzas derechistas de este lado del Atlántico. En el encuentro de anteayer, el presidente nicaragüense, Daniel Ortega, dio cuenta de cómo, ya en tiempos de Rodríguez Zapatero, en la embajada de España en Managua se conspiró para impedir el triunfo del Frente Sandinista de Liberación Nacional, lo que generó por segunda vez la ira del jefe del Estado español, quien abandonó con rudeza la sesión
Editorial, La Jornada, 12 de noviembre.

Enojos solidarios y cerrar de filas (¿Aznapatero? ¿zapaznar? ¿Juaznar Carlos? ¿Juan Capatero?). Tres personas distintas y un solo dios verdadero: el interés expansionista de una España que ha ido extendiendo en Latinoamérica redes empresariales y proyectos de dominación política, con dos embajadores plenipotenciarios en acción: el “socialista” Felipe González Telcel, que con despliegues teóricos presuntamente progresistas va por las tierras en proceso de recuperación lubricando golpes y haciendo alianzas con empresarios e intelectuales (ahora es el representante del reino de España para conmemorar las independencias nacionales latinoamericanas), y el explícitamente derechista José María Aznar, quien sabidamente apoyó la intervención armada injusta e irracional de Estados Unidos en Irak y pretendió culpar a ETA de un atentado terrorista en vísperas de elecciones que a causa de esa mentira se le volvieron en contra
Julio Hernández López, “Astillero”, La Jornada, 12 de noviembre.

El oportunista intercambio de baba entre Castro y Chávez nació de la canija necesidad que tiene el primero del petróleo que dejó de subsidiarle la extinta Unión Soviética, y el segundo de ostentarse como “revolucionario” equiparable al vetusto ex héroe cuya gloria declinó a finales de los ochenta con la caída del Muro de Berlín y el fracaso del “socialismo real”.
Terciados por el boliviano Evo Morales, a los dos les importa desacreditar a sus competidores efectivos: la chilena Michelle Bachelet y el español Rodríguez Zapatero, que representan la izquierda democrática, el socialismo de lo posible (no los derechosos Felipe Calderón o el colombiano Álvaro Uribe, que sólo son sus adversarios ideológicos).
De ahí que el dictador “bolivariano” y los mandamases de Nicaragua y Bolivia (“se escucharon las voces de Sandino y de las culturas milenarias de este hemisferio”, según Fidel Castro) montaran la provocación en la que cayeron los gerifaltes españoles (ni se diga el cuestionable rey con su variante del “cállate chachalaca”).
Carlos Marín, “El asalto a la razón”; Milenio, 12 de noviembre.

Pero el resto de la región, comenzando por los gobernantes de centroizquierda o socialdemócratas, han comenzado a hartarse de Chávez y de sus desplantes de dictador, así como de su abierta intervención en asuntos de otros países. Ninguno rechaza los petrodólares, pero la distancia política se mantiene con Michelle Bachelet, Lula da Silva, Tabaré Vázquez e incluso con Néstor Kirchner. Su relación con las FARC molesta profundamente en Colombia y, en el caso de España, a pesar de los coqueteos con Rodríguez Zapatero, basados en un intento de compras multimillonarias de armas, las cosas se han deteriorado enormemente, y más se van a deteriorar en el futuro. México acaba de salir de una crisis diplomática con Chávez, derivada en buena medida por el apoyo encubierto que éste brindó a López Obrador. El presidente Calderón planeaba reunirse con Chávez en la Cumbre de Santiago, pero las inundaciones de Tabasco le impidieron concurrir. No hay mal que por bien no venga: hubiera sido desagradable ver al presidente Calderón con el peor Chávez, saludándolo al mismo tiempo que éste lograba hartar a los mandatarios más democráticos de la región. Más temprano o más tarde, habrá que elegir con quién se quiere aparecer en la foto.
Jorge Fernández Menéndez, “Razones”, Excélsior, 12 de noviembre.

Pero, ¿Aznar fascista? Bueno, cuando menos, confesamente, injerencista en asuntos de política latinoamericana, según dijo él en febrero de 2006 a la reportera Antonieta Cádiz, de El Mercurio de Chile. En esa ocasión, el ex presidente español dio a conocer una especie de Plan para las Américas al declarar su esperanza de que “la marea populista se detenga. Alguien la tiene que parar, alguien tiene que decir que ése no es el camino. Yo estoy dispuesto a hacerlo, y sé que hay muy buenos amigos en Iberoamérica dispuestos a trabajar también. Entonces, vamos a ver si nos organizamos y lo hacemos”. En México se conocieron los efectos de las políticas de reconquista diseñadas por Aznar en Washington, donde cumple tareas de corte académico: el propio José María vino a México a invitar a los ciudadanos a votar por Felipe Calderón, en un acto violatorio de la Constitución, y un español asociado al Partido Popular (Antonio José Solá Reche, accionista de Desarrollo y Operación de Campañas S A de CV) instaló en México las semillas de la división y el odio sociales con campañas propagandísticas negativas como responsable de la “imagen” de quien desde entonces y hasta ahora ha mantenido como su principal operador, virtual vicepresidente, a alguien nacido en Madrid, Juan Camilo Mouriño, que obviamente se esmera en abrir puertas y facilitar negocios a sus paisanos. En México, los españoles están consolidando negocios turísticos en playas que son reservadas para uso de extranjeros, tienen proyectos e inversiones en el océano de corrupción que es el ámbito de los energéticos, en especial en electricidad y petróleo, y han dado cabida a familiares incómodos del calderonismo como en el caso de PRISA, consorcio que tiene como punta de lanza el diario El País, y que nombró con el sexenio a Juan Ignacio Zavala como segundo hombre de Editorial Santillana, que busca imprimir los gratuitos libros mexicanos de texto
Julio Hernández López, “Astillero”, La Jornada, 12 de noviembre.

Pero no sólo en España y en contra de los españoles. Desde el gobierno que encabezó, Aznar pretendió meter la mano en toda la geografía internacional, siempre cómplice de la Casa Blanca, como en la fracasada cuan antidemocrática intentona golpista en contra de Hugo Chávez, un caso que el propio mandatario venezolano sacó a colación en los trabajos de la 17 Cumbre Iberoamericana celebrada en Santiago de Chile, durante los cuales calificó a Aznar de fascista y lo acusó, como ya lo había hecho, de participar abiertamente en la referida intentona.
Una cosa es que Hugo Chávez no sea precisamente un ejemplo de diplomacia tradicional, pero otra muy distinta que mienta en lo referente a la intervención de Aznar y lo que él representaba en la fascistoide intentona golpista en contra de un gobierno democráticamente electo. ¿Qué defienden el rey Juan Carlos y Rodríguez Zapatero? ¿La ética golpista de Aznar? ¿La antidemocrática respuesta que dio a la voluntad popular de no involucrar a España en la aventura de George W. Bush? ¿El “derecho” del reino a meter la mano donde crea conveniente? Doble error el del rey y Zapatero, representantes de un país en donde el fin de la dictadura y la construcción de la democracia costó tanto dolor y sangre, por personajes como Aznar.
Carlos Fernández Vega, “México SA”, La Jornada, 12 de noviembre.

Fidel Castro no tardó en aplaudir a su más lamentable jilguero, el golpista Hugo Chávez, por su “crítica demoledora” a España y su gobierno, aunque el líder de la revolución cubana querría que fuese para toda “Europa”.
Hizo el elogio un día después de que el déspota provocara un cruce de reclamos con José Luis Rodríguez Zapatero y el rey Juan Carlos.
“La crítica de Chávez a Europa fue demoledora. La Europa que precisamente pretendió dar lecciones de rectoría en esa Cumbre Iberoamericana”, escribió Fidel en la prensa cubana.
Carlos Marín, “El asalto a la razón”; Milenio, 12 de noviembre.

El incidente marcará quizás un antes y un después en las relaciones diplomáticas de España con Venezuela y Nicaragua. Fue un catalizador de las simpatías y las diferencias larvadas de la Cumbre. Según las crónicas, la posición española atrajo la felicitación de la mayoría de los gobiernos presentes, mientras Chávez, Ortega y Evo Morales quedaban en minoría, cargando con el silencio del presidente de Ecuador, Alberto Correa, y un discreto apoyo de la delegación cubana.
Héctor Aguilar Camín, “Día con día”, Milenio, 12 de noviembre.

A mí lo único que me preocupa es que todo la melé se haya desatado por culpa de uno de los grandes impresentables de la historia reciente, José María Aznar, quien todavía tuvo el cinismo de agradecer la defensa de Zapatero y el monarca ante los ataques de don Hugo, que lo señalara como fascista. Algo que desde mi punto de vista no es un insulto sino una definición.
Por supuesto, sería una ridiculez que la próxima guerra mundial región 4 naciera de una conflagración entre España y Venezuela, y se le atribuya a Chema Aznar. Digo, por este señor, que es como un Manuel Espino que cecea, no valdría la pena ni enfrascarse en un torneo de gargajos.
Jairo Calixto Albarrán, “Política cero”; Milenio, 12 de noviembre.

Chávez ya no podía tomar la palabra. Pero Daniel Ortega, el presidente nicaragüense, quien está recibiendo un enorme apoyo financiero de Venezuela, la tomó para cedérsela al venezolano, quien como siempre quiso quedarse con la última palabra: "Con la verdad no ofendo ni temo", dijo Chávez citando a José Gervasio Artigas (a quien se refirió como "un hombre infinito de esta tierra" si bien Artigas fue uruguayo y no chileno). El rey Juan Carlos abandonó la reunión durante las palabras de Ortega. Rodríguez Zapatero ya no respondió a Chávez.
La abrupta salida del rey Juan Carlos dejó la reunión en una situación muy tensa. Al final la propia presidenta chilena, anfitriona de la cumbre, fue a buscar al monarca y lo convenció de regresar a la sala para la clausura.
Sergio Sarmiento, “Jaque Mate”, Reforma, 12 de noviembre.

Por un lado tenemos a presidentes como el peruano Alan García; el colombiano Álvaro Uribe; y el salvadoreño Elías Antonio Saca, que criticaron a Chávez por su “afán de protagonismo robatitulares” con sus insultos.
El propio gobierno chileno lamentó que el venezolano echara a perder el éxito de una cumbre y felicitó a Zapatero, quien arrancó aplausos de sus colegas cuando aleccionó a Chávez en lo que debe ser el “respeto” a los líderes democráticos, aunque estén en las “antípodas ideológicas”.
Fran Ruiz, Crónica, 13 de noviembre.

Las cifras así lo corroboran. España es el principal inversionista europeo en la región y el segundo global después de Estados Unidos. Las empresas ibéricas se ubicaron en posiciones de liderazgo, aun en mercados usualmente dominados por Washington. En unos cuantos años compañías de base nacional del sector financiero, de energía y comunicaciones, se transformaron, gracias a la reconquista española, en consorcios trasnacionales. Esto da idea de la importancia que han adquiridos las siete empresas que más han invertido en el área: Repsol, Santander Central Hispano (SCH), Banco Bilbao Vizcaya (BBVA), Telefónica, Endesa, Gas Natural e Iberdrola.
Durante 2004, 49 por ciento de las utilidades del BBVA, 41 por ciento de Telefónica y 35 por ciento de SCH provinieron del mercado latinoamericano. Los bancos BBVA y SCH tomaron el control de un tercio de los activos extranjeros en este territorio. Tan sólo Telefónica tiene previsto invertir unos 13 mil 600 millones de dólares en Latinoamérica entre 2007 y 2009. Desde 1990 ha invertido más de 77 mil millones de euros en el continente. En 2009 quiere tener 150 millones de clientes.
Esta situación ha provocado una curiosa percepción sobre estas empresas entre los habitantes de América Latina. La imagen dominante sobre su papel está muy lejos de ser positiva.
Luis Hernández Navarro, La Jornada, 13 de noviembre.

En el otro extremo, la defensa de Chávez de Daniel Ortega y desde Cuba Fidel Castro ilustran este distanciamiento entre dos modelos de entender Latinoamérica.
Se constata así en Santiago la consolidación de una izquierda autoritaria y excluyente encabezada por el propio Chávez y secundada por el boliviano Evo Morales, el nicaragüense Daniel Ortega y desde lejos, los hermanos Castro, que caen muchas veces en el juego de la provocación del club de ex presidentes charlatanes (el español Aznar y el mexicano Vicente Fox).
Fran Ruiz, Crónica, 13 de noviembre.

A nadie escapa que estos indios americanos siempre han sido vistos por su añeja metrópoli con un dejo de desprecio. Desde la muerte de Franco, el proceso de recuperación democrática de España, loable a carta cabal, ha incluido en sus objetivos la recuperación de América Latina como sede de sus empresas y cliente de sus productos. Si Estados Unidos se hicieron de nuestro patio trasero para hacerlo suyo, debemos recobrarlo, dirán los españoles desde la enmienda Platt que les quitó el dominio sobre Cuba y a Cuba la posesión de la bahía de Guantánamo.
Los pueblos americanos que hablan español reconocen el esfuerzo de modernidad que España ha atravesado, sin embargo, no pueden aceptar el “cállate chachalaca” que le obsequió contundente Juan Carlos de Borbón a Hugo Chávez. Por más que Chávez no sea precisamente santo de la devoción de nadie con tres gramos de cerebro entre una oreja y otra. Tan jefe de Estado es el heredero de la casa de Borbón como el demagogo venezolano.
Félix Cortés Camarillo, “Cancionero”, Milenio, 13 de noviembre.

Frente a ellos se impone el pragmatismo moderado de líderes de izquierda como el brasileño Lula da Silva o la chilena Michelle Bachelet; y la derecha, como el colombiano Uribe o el mexicano Calderón, en cuyas manos está enderezar el prestigio de la región cuando sea derribado por el neopopulismo.
Fran Ruiz, Crónica, 13 de noviembre.

Escucho cantidades ingentes de lamentos borincanos que brotan a la salud de su Majestad. La defensa de don Juan Carlos I por parte de las masas de compatriotas políticamente correctos y profesionales de la lucubración, e incluye a Carlos Fuentes encarnado en el burlador de Sevilla saliendo al quite en honor del rey de todas las iberias, al llamar a Hugo Chávez fascista con el mismo talante con el que ideó aquel slogan de “Echeverría o el fascismo”. Mejor hubiera dicho “Guayaberas sí, Echeverría no”.
Jairo Calixto Albarrán, “Política cero”, Milenio, 13 de noviembre.

Ahora bien, si usted conocía el golpe de Estado de Caracas en 2002, lo ignoro tal como se lo preguntó el presidente de Venezuela: "La pregunta que me hago es... bueno que responda el Rey de España. Señor Rey, responda, ¿sabía usted del golpe de Estado contra Venezuela, contra el gobierno democrático, legítimo, de Venezuela en 2002?"; sin embargo no puedo dejar de recordar que en la más reciente visita de José María Aznar a nuestro país, antes de las elecciones presidenciales del 2006, y quien fuera invitado por el presidente del Partido Acción Nacional, Manuel Espino, el ex presidente de España vino expresamente a apoyar a Felipe Calderón, lo cual disgustó enormemente no nada más a la oposición, sino a la opinión pública mexicana. Esas cosas, su majestad, no se olvidan en países que están en búsqueda de la democracia. De allí que también acerca de este tema en relación a Aznar, me solidarice plenamente con Hugo Chávez.
Guadalupe Loaeza, Reforma, 13 de noviembre.

Lo que espanta es que ese señor se pueda sentar como si nada en una mesa junto a líderes de una izquierda inteligente, propositiva, socialdemócrata, como lo son Michelle Bachelet, o Luiz Inácio Lula da Silva, o Néstor Kirchner, y asumirse como si “su” izquierda fuera semejante a la de ellos.
Lo que espanta, a resumidas cuentas, es que, hasta el momento, sólo el rey Juan Carlos, el presidente Zapatero, el ex presidente Fox y el escritor Fuentes, le digan a un tipo como Chávez “¿Por qué no te callas?”, cuando se lo debería decir casi el mundo entero, si acaso casi el mundo entero se presume en democracia y Estado de derecho... Eso es lo que horroriza.
Lo que espanta es la frescura con la que Hugo Chávez anda por el mundo desacreditando a todo aquel que se atreve a cuestionar o a criticar su forma de entender y ejercer el poder en Venezuela y más allá de sus fronteras.
Yuriria Sierra, “Nudo gordiano”, Excélsior, 14 de noviembre.

El affaire del “cállate y me voy” provocado por el rey Juan Carlos en la reciente Cumbre Iberoamericana se mantiene al aire, y ante eventuales “advertencias” o amenazas el mandatario venezolano pintó su raya: “España tiene aquí bastantes inversiones, empresas privadas, nosotros no queremos dañar eso. Ahora, si se daña, se daña; no es imprescindible para nosotros la inversión española en Venezuela: que si el Banco Bilbao Vizcaya, el Banco Santander…”.
Lo cierto es que con affaire del rey o sin él, la inversión española en Venezuela ha ido declinando en los últimos años. Algunos aseguran que tal declive es producto “de la falta de confianza de los inversionistas” hacia el inquilino del Palacio de Miraflores, pero otros un poco más centrados, como la Cepal, explican que tal situación no es más que resultado lógico de la estrategia de nacionalización que lleva a cabo Hugo Chávez. Ninguna empresa extranjera perderá negocio alguno en terceros países por el simple hecho de que alguien hable más que otro, o que estalle el sistema nervioso de un monarca. Lo único que les importa es la garantía del negocio y el volumen de las utilidades, sobre todo las que los gerentes latinoamericanos les garantizan.
Tal es el caso de las trasnacionales españolas que “reconquistaron” América Latina a raíz de la venta de garaje organizada por los llamados gobernantes regionales, destacadamente los casos de Carlos Saúl Ménem, en Argentina, Miguel de la Madrid en adelante, para el caso mexicano, Fernando Collor de Melo, Itamar Franco y Fernando Henrique Cardoso, para el brasileño, y Jaime Lusinchi, Ramón J. Velásquez y Rafael Caldera para el venezolano.
Carlos Fernández Vega, “México SA”, La Jornada, 14 de noviembre.

En vía de mientras, el diario español Expansión, especializado en finanzas y economía, resume el tema: las empresas españolas han invertido en Venezuela un total de 2 mil 478 millones de dólares desde que el presidente Hugo Chávez llegó al poder en febrero de 1999, según datos del Consejo Superior de Cámaras de Comercio de España.
El capital comprometido, aportado principalmente por el Banco Santander, BBVA, Prisa, Repsol, Telefónica (Movistar), Iberdrola, Unión Fenosa y Mapfre, marcó su punto más alto en 2001, cuando las inversiones españolas superaron en Venezuela los mil 673 millones de dólares, con un incremento de 942 por ciento respecto de 2000. “Pero irónicamente el primer semestre de 2007 será el periodo que menores inversiones hispanas recibirá de la serie histórica: el importe de estas inversiones, hasta junio del presente año, asciende a 9.6millones de dólares, lo que supone 6.23 por ciento de los 155.2 millones que las empresas españolas se dejaron en el territorio venezolano en 2006”.
El país petrolero, añade Expansión, ha sido de los que ha recibido los menores volúmenes de inversión española en los primeros seis meses de 2007, “sólo arriba de Costa Rica, Ecuador, Panamá, Perú y República Dominicana. Por el contrario, en 2006 fue una de las cinco naciones del continente que recibieron inversiones superiores a los 100 millones de euros, junto a Argentina, Brasil, Chile y México”. El ministro de Economía y Hacienda español, Pedro Solbes, “se refirió hoy en su país al incidente diplomático protagonizado por Hugo Chávez y el rey Juan Carlos durante la Cumbre Iberoamericana, señalando que confiaba que las empresas españolas que trabajan en América Latina no se vean afectadas”.
Carlos Fernández Vega, “México SA”, La Jornada, 14 de noviembre.

La segunda reflexión tiene que ver con la sustancia. En política internacional, la forma no es fondo; lo que cuenta es el fondo -salvo en los manuales de supuestas ciencias diplomáticas que sólo existen en México. Sería mucho pedirle a la comentocracia nacional, a los priistas de nueva y vieja alcurnia y a la burocracia ex tlatelolca que reconsideraran su condena a Fox hace un par de años por haber explotado en Mar del Plata, también con Chávez y Kirchner. Pero tal vez no resulte excesivo rogarles que se definan sobre el fondo de la polémica de Santiago: ¿América Latina se encuentra o no partida en dos? ¿Es conveniente o necesario el debate ideológico entre ambas mitades? Por un lado figuran los gobiernos de La Habana, Caracas, La Paz, Managua, Quito, y en alguna medida Buenos Aires, junto con las oposiciones o "movimientos alternos" de tipo PRD en México, FMLN en El Salvador, Polo Democrático en Colombia, Humalistas en Perú, ex Juventudes Peronistas y piqueteros en Argentina, mapuches en Chile y el MST en Brasil, que creen todos en el antiimperialismo, el socialismo del siglo XIX, XX y XXI, el Estado omnipresente, la democracia participativa y la política social de mayoreo. Del otro lado, están sobre todo los regímenes de México, Colombia, Perú, Chile, Brasil y Uruguay, partidarios de la democracia representativa, el mercado, la globalización y una relación ecuánime con Estados Unidos, y políticas sociales microdirigidas. En teoría, no debiera haber motivo que impida la coexistencia -conflictiva pero pacífica- de ambas corrientes. Pero el rancio guevarismo de antaño de los cubanos y la trasnochada obsesión chavista por exportar su revolución bolivariana, en los hechos, no lo permite.
Jorge Castañeda, Reforma, 14 de noviembre.

La permanencia del statu quo es ajena a ambos, como lo es la abstinencia discursiva e ideológica. Chávez, los Castro, los Kirchner, Ortega y Evo, y en menor medida Correa, dan la pelea aun a costa de enemistarse con figuras emblemáticas. Los otros, comenzando por España, hasta esta Cumbre, ponen sistemáticamente la otra mejilla: prefieren callar que encarar. Ésta ha sido la postura de Lula, Bachelet, Uribe, y por supuesto Calderón desde que abandonó el camino de Davos. Pero la única manera de lograr algún tipo de convivencia con los castro-bolivarianos reside justamente en canalizar las diferencias al ámbito ideológico: discutiendo y rebatiendo las tesis "bolivarianas", con corrección y sin provocaciones -como las de Chávez- pero de frente y con firmeza. De lo contrario, seguirá habiendo afrentas de ellos, respuestas indignadas pero superficiales de los otros (nosotros), y un buen día, el agua llegará al río: ya no bastarán las palabras, y pueden sobrar las armas.
Jorge Castañeda, Reforma, 14 de noviembre.

En América Latina hay dos proyectos en disputa y dos geopolíticas en pugna. En ambas está involucrada Venezuela. De un lado, el proyecto populista-socialista impulsado por Fidel Castro a través de Chávez, y de otro el proyecto socialdemócrata amplio -del centro-derecha al centro-izquierda- que ejemplifica Chile.
Lo delicado está en la geopolítica. Chávez representa en América Latina el frente anti Estados Unidos que conforman Cuba-Bolivia-Irán-China. En este escenario, la política económica de Chávez estaría tendiendo hacia las nacionalizaciones y la expulsión de las grandes empresas transnacionales.
En estos dos contextos, Chávez llevaba a la Cumbre una estrategia de confrontación precedida por fricciones graves con empresarios españoles en Venezuela. La penetración española es fuerte, al grado de que aproximadamente el 25 por ciento de la liquidez bancaria en Venezuela la mueven dos grandes bancos españoles. Y a ello se agrega la presencia española dominante en telefonía, gas natural, petróleo y otros sectores estratégicos.
Carlos Ramírez, “Indicador Político”, El Financiero, 16 de noviembre.

El acelerado crecimiento de la economía española ha impactado más las relaciones con la región que cualquier cumbre de mandatarios. Las empresas, bancos e inversiones hispanas tienen un lugar especial en América Latina, generando empleos pero también resentimientos. Sus formas de operar despiertan adormecidos rencores entre ex colonias y metrópoli. La reciente visita de Rodríguez Zapatero generó una reacción desafortunada de hoteleros españoles con inversiones en nuestro país, que en forma arrogante y despectiva plantearon sus demandas a las autoridades mexicanas. Estas afortunadamente tienen experiencia manejando exabruptos, lo que no ocurre en el resto del continente, donde las susceptibilidades afloran con rapidez
Jorge Montaño, El Universal, 16 de noviembre.

Por tanto, la confrontación Chávez-Juan Carlos obedeció a una ruptura de los entendimientos mínimos mucho más allá de Aznar y el golpe contra Chávez. El presidente de Venezuela se encuentra en el camino de expropiaciones y nacionalizaciones y le tiene echado el ojo a las empresas españolas. Inclusive, las organizaciones empresariales de España han estado presionando al gobierno de Zapatero sobre las amenazas y presiones del gobierno de Chávez contra las empresas españolas instaladas en su territorio.
Las fricciones en la Cumbre fueron apenas los indicios de lo que pudiera perfilarse como una cadena de nacionalizaciones de empresas españolas en Venezuela. Y el asunto va más allá, por la intervención de Irán y China: Chávez, asesorado por Fidel Castro, le endilgó a Zapatero y al rey Juan Carlos la representatividad de la Unión Europea. En este sentido, Chávez andaba en busca de un pretexto para enfriar las relaciones con los europeos, como lo confirmó, en su desesperación por meterse en el conflicto, Fidel Castro en su columna política en el Granma.
Carlos Ramírez, “Indicador Político”, El Financiero, 16 de noviembre.

5. España tiene una inversión que se estima en 129 mil millones de euros en nuestros países y desde el gobierno de Carlos Salinas de Gortari los empresarios-políticos y los políticos-empresarios se fueron enriqueciendo en múltiples componendas gracias a las privatizaciones, las cuales permitieron el saqueo del país y la entrega de sectores importantes de la banca, del sector eléctrico, de los medios y de la industria editorial a trasnacionales gachupas, de las que se volvieron socios: Repsol YP, Banco Santander, Grupo Prisa, Banco Bilbao Vizcaya Argentaria (BBVA), lo mismo priístas que panistas: Fox a través de su prestanombres Carlos Mouriño se adueñó de importantes inversiones en Galicia (incluyendo el club de futbol Celta de Vigo) y Felipe Calderón y sus cuñados incómodos se vincularon al Grupo Prisa, del cual Salinas es socio. 6. Con Carlos Slim, asociado a Felipe González, sin dignidad alguna los partidos políticos se subordinaron de manera vergonzosa a los partidos europeos. Acción Nacional se tornó en una filial del Partido Popular español y el neofascista José María Aznar se asumió su ideólogo y vino ilegalmente en 2006 a apoyar a Calderón, mientras los sectores derechistas del PRD para no ser menos invitaron a Felipe González a su sexto congreso de Zacatecas, en 2001, a pesar de ser el creador de grupos paramilitares y de la corrupción que prevaleció en su gobierno
Luis Javier Garrido, La Jornada, 16 de noviembre.

9. El borbón hispano, descendiente directo de Luis XIV de Francia y uno de los hombres más ricos de España, ya que es accionista de muchas de estas empresas, fue a Santiago a tratar de legitimar el saqueo de las trasnacionales europeas en América Latina y lo único que logró fue, además de hundir en mayor descrédito a la monarquía, poner en riesgo los intereses de esas corporaciones que controlan sectores estratégicos del continente y cuyos directivos se hallan estupefactos ante la estupidez de su monarca, pues se ha iniciado un debate mucho más abiertoLuis Javier Garrido, La Jornada, 16 de noviembre.

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